domingo, enero 19, 2014

Los ronderos

Por: Hugo Supo

El Alto Comisionado de la Oficina de Diálogo y Sostenibilidad de la Presidencia del Consejo de Ministros, Vladimiro Huaroc, acaba de ser declarado “persona no grata” por algunas organizaciones de Cajamarca que consideran sus recientes declaraciones hechas en La República (13/01/14) como temerarias, irresponsables y ofensivas.
En la entrevista, el comisionado había señalado que varias zonas de Cajamarca son un “corredor de droga”, que existe una “mezcla muy extraña entre rondas y narcotráfico”, que hay “presencia autoritaria” en las rondas campesinas y se impone la necesidad de “restablecer el estado de Derecho”.
En la inmediatez, el Frente de Defensa de los Intereses de la Región Cajamarca, la Federación Provincial de Rondas Campesinas de Cajamarca, la Central Única Provincial de Rondas Campesinas de Hualgayoc-Bambamarca y las Rondas Campesinas Unitarias de la Provincia de Celendín lanzaron un pronunciamiento condenatorio al alto funcionario.
Pero más allá de la forma en que Huaroc explicó la posición gubernamental, ¿es acaso totalmente falso lo que se ha denunciado? No.
En Cajarmarca y otras zonas del Perú, las organizaciones ronderiles también tienen cuestionamientos por su actuar, su prepotencia y porque en ciertos momentos se han transformado en una especie de gremios que socapan realidades que nos duele admitir, realidades como el narcotráfico y la minería ilegal (esto último en Puno).
Si trasladáramos las críticas de Huaroc hacia las organizaciones de la región Puno, queramos o no, vamos a encontrar escenarios parecidos. Para nadie es un secreto que Carabaya y Sandia tienen zonas donde los narcotraficantes actúan impunemente, que las rondas campesinas han hecho muy poco para sacudirse de esas cuestionables “infiltraciones” (ya sean de narcotraficantes o de mineros ilegales); y el autoritarismo de los ronderos que, incluso, se imponen a los poderes democráticamente elegidos en las urnas.
Al asumir un poder absolutista, las rondas adquieren capacidades de decisión distintas a la administración de justicia comunitaria. Así resultan muy peligrosas para el mismo Estado si no hay acompañamiento. Por eso es necesario que se retome un proyecto de inclusión real, promoviendo inversiones que combatan ese aislamiento del que ahora se aprovechan pocos “vivos”. (Publicado en Correo Puno 20/01/14)