Por: Hugo Supo
El vicepresidente Martín Vizcarra ha
perdido la irrepetible oportunidad de escribir su nombre en la
historia de la República. Viendo en retrospectiva, el exgobernador
regional de Moquegua bien pudo cambiar el rumbo del país. ¿Cómo es
esto?
Sucede que los aúlicos utilizan
términos catastróficos como “golpe”, “dictadura”, “romper
el orden constitucional” y otros, de acuerdo a su conveniencia.
La Constitución Política del Perú es
interpretada a la medida de los intereses particulares de izquierdas,
derechas, “antis” y otros grupos.
Por ejemplo, el antifujimorismo usó la
cantaleta del “golpe a la democracia” para oponerse a la vacancia
presidencial planteada por la bancada del Frente Amplio, aunque desde
la frialdad del análisis podemos sostener claramente que allí no
hubo rompimiento del orden constitucional alguno.
Si se vacaba al Presidente asumía
alguno de los dos vicepresidentes y se manejaba la transición. Así
tendría que ocurrir en cualquier otra democracia de América Latina
o el resto del mundo.
No obstante, el vicepresidente Vizcarra
cayó -o se prestó- en el juego de los “antis” al someterse a la
estrategia de Pedro Pablo Kuczynski, saliendo en señal de televisión
abierta para respaldar el mensaje donde el Presidente amenazaba con
la renuncia de todo el Ejecutivo en caso los congresistas lo vacaran.
Vizcarra pudo apartarse de PPK y de los
enormes tentáculos que Odebrecht tiene sobre la clase política
para darle rumbo a un gobierno complementario hasta el Bicentenario,
pero prefirió ser un simple instrumento.
Con PPK vacado, Vizcarra tuvo que haber
asumido la Presidencia de la República con medio Perú apoyándolo.
Se hubiera evitado la negociación del indulto a Fujimori y la calle
era el escenario ideal hasta para una Cuestión de Confianza con el
agresivo Congreso naranja.
Todo eso pudo hacer el moqueguano,
pero hay gente que no quiere trascendencia alguna y así suelen
morirse. (Correo Puno Juliaca 04/01/18 Foto: Difusión)