jueves, diciembre 20, 2018

Wancho Lima


Por: Hugo Supo

Desapercibido pasó el 16 de diciembre de 2018, fecha que debería figurar en la historia oficial de los pueblos altiplánicos (en 1923 fue la sublevación de Wancho Lima), pero este punto de la historia ha sido olvidado sistemáticamente por casi todos los sectores de la sociedad.
Pequeños grupos de literatos, ciudadanos enterados de la historia puneña, familiares de los mártires o vecinos de las comunidades aimaras de Huancané son los únicos que rememoran esta sublevación, intentando insertarla en el imaginario social de las nuevas generaciones. Es una pena, pero también es una realidad.
Poca gente conoce que allí en Wancho se había fundado la capital de una utópica República Aimara Tahuantinsuyana, cuyo presidente fue Carlos Condori, un indígena del ayllu Taurauta que decidió ser heredero histórico del antiguo guerrero Inti Condorena.
Se dice que el delegado indio viajó hasta Lima para entrevistarse con el entonces presidente Leguia, denunció ante él los abusos de los mistis y pidió autorización para edificar una sociedad indígena con escuelas, mercados y ciudades propias.
En suma, Condorena había pedido la oportunidad de conquistar ciudadanía en tierras que no les eran ajenas, en sus ayllus, con esfuerzo y sueños propios. 
Aparentemente, un populista Leguia (que se hacia llamar Wiracocha) dejó volar las ilusiones indigenistas a sabiendas que la respuesta de los hacendados iba a ser mortal para quien se atreviera a alterar el statuquo.
La venganza de las castas empoderadas ha sido cruel contra Condorena y los otros sublevados. Hubo matanza, saqueos, violaciones, persecución, cárcel y olvido hasta hoy.
Por eso debemos mantener viva la esperanza para que el gran mensaje histórico de Wancho Lima brote en las nuevas generaciones: necesitamos una patria para todos, una que no olvide a sus hijos, que nos hermane, nos integre ahora y con nuestro gran pasado. (Publicado en Correo Puno Juliaca 20/12/18 Foto: Difusión)