Por: Hugo Supo
“¿Quién carajo ha inventado ese
cuento de que la prensa es el cuarto poder?, ah sí, lo curioso es
que ni ustedes -los periodistas- han de saber que la autoría es
atribuida al escritor y político anglo-irlandés, muy famoso e
influyente allá por el siglo XVIII, Edmund Burke.
Despertemos amiguitos, eso del cuarto
poder es una idea vetusta que no puede estar vigente tres siglos
después de haberse dicho. ¿De veras se sienten un cuarto poder?,
¿debajo de cuál?, ¿encima de cuál?, ¿al mando de quién?,
¿ordenando a quién?
No sean cursis pues, los medios son
medios, nada más ni menos, instrumentos de algo, parte de un todo y,
los que allí trabajan son, por inercia, componentes de ese
instrumento. En castellano simple son utensilio de alguna maquinaria
de poder.
Son marionetas de algún titiritero
cuyos hilos apuntan a algo más grande que simplemente colmar las
vanidades del muñequito; no hay que engañarse, por ejemplo pocos
trabajos suyos pueden considerarse producto del periodismo de
investigación, gran parte son “sembradas” por sus respectivos
titiriteros. Ay, la verdad sí que duele...
Lo primero que un periodista debe saber
antes de ser periodista es esta realidad. La complejidad de la
sociedad hace que la prensa no tenga lugar asegurado en una jerarquía
del poder, a veces con lo económico, otras con lo político, muchas
veces con el poder público, así se mueve la prensa, así de simple
y enredado a la vez.
El que sean periodistas no los hace
inmunes a la corrupción, deslealtad, mentira y a esas lacras que
tanto cuestionan desde sus espacios. Poderoso un día, perrito sin
dueño al otro, así es este hombre, así esta mujer.
Aunque les duela aceptarlo señores, si
no están conscientes de esto nunca dejarán de ubicarse al final de
esos hilos que el instrumentalista de turno ha preparado para
ustedes. Esto es como aceptar ser drogadicto para empezar a curarse.
¿Independiente? Esa es otra patraña
propagandizada en los círculos académicos para agrandar el ego del
periodista; interdependiente estaría mejor, sería más sincero, más
leal, más real. Aceptar la condición de interdependiente es
responder a la verdad que tanto exige la audiencia, es bajar de ese
sitial que solo su soberbia les otorga y pararse dignamente en
equilibrio con sus fuentes, financistas, empleadores y similares. De
eso se trata.
Ahora lleven a otro lado sus caritas de
sobelotodo, y no vengan con ese idealismo de la objetividad, el
consciente sabe que esa palabra es demasiado para este oficio, una
utopía simplemente, ¿que ya lo saben?, ahora informen a su público,
pronuncien la verdad, admitan que no son los abanderados, digan que
es otro cuento de los puritanos y pulcros teóricos que solo saben
del periodismo lo que han hojeado en los textos. ¡Díganlo!,
¡acéptenlo!
Luego empiecen a hacer lo que mejor se
puede con un periodismo sincero: Primero, pluraridad para garantizar
democracia. Segundo, contar bien usando el lenguaje y la narrativa.
Tercero, ofrecer contexto para que se entiendan las verdades. Cuarto,
proponer criterios para comprender las realidades que se informan. Y
quinto, recordar que el protagonista es la realidad y la gente, no el
periodista.
Si parten de la toma de conciencia y el
sinceramiento, se podrá avanzar a la calidad, credibilidad y
legitimidad. Qué bonito sería. Todos se los agradecerían”.
PD. El autor se ha extraído de ser
periodista para escribir como cualquier ciudadano lo haría, es
también un mensaje para él. (Publicado en Correo Puno 30/09/13)
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