Por: Hugo Supo
El segundo paro gestado contra el
alcalde de Juliaca, Oswaldo Marín Quiro, es inminente. Las últimas
movidas dirigenciales y la pasividad de la autoridad hacen presagiar
un panorama preocupante para la novel gestión del autodenominado
“Cumpita”.
Tiempos difíciles se avecinan para la
Ciudad de los Vientos, probablemente allí encienda un foco de
conflictividad, pues hasta ahora no hay algo concreto que Marín
pueda entregar, propagandizar o defender.
La obra cumbre de este periodo (el
drenaje pluvial) ha empezado con serios problemas de los que el
alcalde, pareciera, no quiere enterarse.
Ya el órgano contralor ha detectado
fallas en la construcción de los drenes, pero hay una terquedad
oficialista que ni se ha dignado en observar a la constructora Uros y
la supervisora Juliaca.
Aparte de esto, el resto de proyectos,
incluso los de arrastre, provocan mayor incertidumbre, un ejemplo es
el bypass de la salida al Cusco que estará botada al menos hasta el
año entrante en las mismas condiciones en las que fue abandonado.
Ni qué decir del comercio que es un
caos, la seguridad vecinal pésima, el recojo de basura funciona a
las justas, el Plan Zanahoria no sale del huerto, las calles lucen
más deterioradas y el transporte se desarrolla sin ordenamiento
alguno. ¿Si el alcalde no puede solucionar estos problemas, para qué
se le ha elegido?
El elector juliaqueño debe admitir que
se ha equivocado en las urnas, seamos sinceros, el profesor Marín no
tiene vocación para un cargo ejecutivo sino para uno representativo
que quiere quedar bien con todo el mundo.
Ese trauma por jugar a “miss
simpatía” será el factor corrosivo en la gestión, Marín lo
demuestra cada que puede, cuando algún sector le hace una
movilización, el alcalde lo recibe, escucha los reclamos, promete
soluciones y, sin darse cuenta, se pone otra soga más al cuello. ¿No
ha sido así con los transportistas?, ¿cuándo empezará a tomar
decisiones en serio? (Correo Puno 21/05/15 Foto: Internet)
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