Por: Hugo Supo
Algo nos dice que la insinuación de
esta suerte de política estatista que Ollanta Humala propugnaba con
la Gran Transformación y el consecuente debate que ha generado en la
prensa y especialistas, servirá también como caja de resonancia a
favor de las voces retrógradas que aducen que la solución está en
el intervencionismo gubernamental en los mercados.
Mucho cuidado que la mecha podría
encenderse y el polvorín de los “antitodo” explotar en las
narices del propio presidente Humala. No olvidemos que en estas
tierras convivimos con quienes dicen militar en la izquierda y como
única socaliña en sus argumentos ponen los repetitivos
descalificativos hacia la política económica que ha llevado al Perú
a donde -mal que bien- hoy está envidiablemente ubicado.
¿Que necesitamos ajustes para lograr
mayor equidad? Ciertamente. La solución para este gran problema de
los pueblos latinoamericanos reside en ampliar las inversiones en los
sectores de educación, salud, seguridad alimentaria e
infraestructura básica, todo esto permitirá darle un impulso a la
competividad individual de los ciudadanos y por ende -hasta es ocioso
decirlo- a la competitividad del país en el mundo.
Definitivamente, la fórmula estatista
por la que algunos podrían aventurarse no es la receta para salir
del atraso; al contrario, los pobres y extremos pobres son
precisamente quienes más sufren las consecuencias del clientelismo
político, burocracia, baja calidad de servicios y populismo que se
inyecta a través de las empresas estatales. De ejemplos malos
estamos hartos.
Pero el gobierno nacionalista podría
lamentar en poco tiempo el haberle dado pita a los que hoy se dicen
ambientalistas y poco antes se ganaban los frijoles como defensores
de los derechos humanos, progres, sindicalistas e incluso luchadores
por la libertad, quienes no solamente alientan el retorno al
estatismo sino la antiinversión.
A los vividores del conflicto les
aborrece la tranquilidad, la estabilidad económica y las reformas
sustanciales que requiere nuestro Estado para fortalecerse en lo que
necesita hacerlo, no es de extrañar entonces que el argumento de
“justo medio” que Humala presentaba la semana pasada en el Foro
Económico Mundial para América Latina desarrollado en Lima, pueda
ser la mecha de una nueva ola de agitación en regiones que más
necesitan de inversión.
El discurso no es nuevo, sobre todo en
Puno que está harto de tener el mismo Deja Vu opositor a cuanta cosa
venga y se haga por mejorar la economía nuestra.
Y por eso no debemos callar para
denunciar que esta misma gente, ahora inmiscuida en las Rondas
Campesinas de Carabaya, cocina conflictos en contra de los proyectos
mineros que están explorándose en zonas como Corani, Ollachea y el
mismo distrito de Macusani. Felizmente, intentos mediáticos como los
que forzó el abogado César Quispe Calsín en contra del Proyecto
Corani han quedado reducidos, pues la licencia social es un hecho y
ya es difícil- aunque no imposible- articular un sabojate.
Los ronderos de la región concluyen
hoy un encuentro en la ciudad de Macusani, lo harán debatiendo sobre
las concesiones mineras y seguramente de hidroeléctricas, donde se
intentará poner candados “sociales”.
Es importante que esta cita sirva para
dejar en claro que el Estado respetará los derechos de las
comunidades mediante la implementación de la consulta previa si así
corresponde, pero el mismo pueblo también tendrá que esforzarse por
expulsar a los malos elementos que con la excusa de defenderlos
apuestan por quebrar la economía como lo hiciera Walter Aduviri en
el 2011 con los aimaras del sur.
Las reformas para tener un país más
justo no se lograrán de ninguna manera dándole alas a sectores
políticos paranoicos (estatistas y antiinversión). Humala debe
saberlo, o en todo caso Nadine Heredia, que parece más cauta si de
la billetera del pueblo se trata. (Publicado en Correo Puno 29/04/13)
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