domingo, junio 09, 2013

El terreno que pisa Santos

Por: Hugo Supo 

Gregrorio Santos estuvo en Puno y la izquierda local ha vuelto a emocionarse. Pero no hay cosa distinta en este escenario: el discurso, las arengas, promesas, quejas y hasta la huachafa camisa roja han llegado -esta vez- para hacer propaganda a favor del Movimiento de Afirmación Social (MAS), que lidera el cajamarquino.
Y es que Santos representa hoy por hoy ese eterno cantar de la izquierda marxista, que -más allá de sus discursos- jamás ha podido demostrar en hechos lo que tanto pregona. Acusa a la derecha de fomentar el individualismo; pero hay que decirlo claro, no hay más individualista que ese militante de supuesta izquierda cuya unidad y socialismo se esfuman a la hora de ver sus intereses personales.
Así pues, el fin de semana, los rostros eran conocidos entre el auditorio que aplaudía a Santos. Fue curioso observar a seguidores del otrora sindicalista Luis Butrón, del casi olvidado Puka Llacta David Jiménez, del gaseoso Movimiento Agrario Puneño, alguno que otro exseguidor de Mauricio Rodríguez y, cómo no, a los agonizantes Patria Roja de la Universidad Nacional del Altiplano, entre otras joyitas.
Que no confunda Gregorio Santos, que el auditorio del sábado por la mañana no estaba lleno de sus seguidores ni votantes, eran solamente aventureros que llegaron allí tentados por la curiosidad de saber quién era ese hombrecito que había puesto en jaque al presidente Humala con el “No a Conga” durante el 2011.
Aunque para ser sinceros, también hubo alguno que buscaba asegurar su candidatura para las elecciones del 2014, a merced de someterse al discurso contestatario de moda, pero siempre teniendo en claro que la agenda particular es con la que se gobernará si así lo consiguiesen. Como ha sido antes y como parece que será en el futuro inmediato.
Santos llegó con el discurso de unidad para vencer a la “derecha neoliberal”; un reto harto difícil en un departamento confundido en sus ideas políticas , sin rumbo ni orientación, preso del caudillo populista que últimamente nos ha ensartado con la dizque autonomía regional, federalismo y quechuas-aimaras por la unidad.
Con todo este contexto, es deducible que la izquierda no dará victoria en el altiplano, y siendo el caso de que la derecha tampoco ha logrado calar en el pueblo a causa de la exclusión y centralismo, se hace necesario fortalecer el proceso de formación del movimiento originario, ese que no reniega de su pasado y enfrenta al mundo moderno con dignidad.
¿Que no lo hay? Por supuesto que existe, y es sobre todo gente joven que ha comprendido que la lucha no es contra la burguesía sino por crear una burguesía nacional que sea capaz de guiar al Perú en la construcción de ese Estado-Nación ausente hoy en día.
De eso se trata, de conseguir un capitalismo nacional, que fomente y enseñe la productividad como el camino hacia el desarrollo. De lograr ese capitalismo pedido por Raúl Haya de la Torre y de cuya inexistencia renegó José Carlos Mariátegui, estaremos mucho mejor.
El movimiento cultural originario -aún en pañales- no debe errar confundiéndose con el discurso oportunista de las izquierdas, menos imitar ese dogmatismo y polarización que podría terminar por hacerlos nada, ni qué hablar del radicalismo inútil.
La esperanza es el movimiento originario que tiene el reto de construirse con ideas claras, donde no quepan ni Santos ni los que vitorean en sus mítines propagandísticos. Veremos qué pasa. (Publicado en Correo 10/06/13)

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