lunes, junio 17, 2013

Ojo con el narcotráfico

Por: Hugo Supo 

Las noticias sobre la red de corrupción que se ha tejido desde el narcotráfico en la región Puno nos demuestran una vez más el trascendental rol del periodismo para apoyar el fortalecimiento institucional y la lucha contra las mafias cuando el Estado está atrapado dentro del monstruo.
Con indignación nos hemos enterado del cómo un grupo de personas, ahora apodadas “narcopolicías”, se han dedicado a trabajar relaciones corruptas en entidades como la Policía, Poder Judicial, Congreso de la República y suponemos que en otros lados también. Este no es un caso aislado y, según se ha visto, solamente es la punta de un gran iceberg que queda por derrumbar.
Y como en tantos otros episodios, la prensa y la opinión pública resultan al final el único escenario donde pueda exponerse lo malo que está ocurriendo en las entidades que se supone deberían garantizarnos el cumplimiento de la ley.
Con una Policía cuestionada, el Poder Judicial inmoral, Ministerio Público débil e inexperto y hasta el siempre escandaloso poder político financiado desde las mafias, es el terreno de la opinión pública a donde hay que llevar la pelea.
Por poner un ejemplo, algunas autoridades de Poder Judicial nos han demostrado que están en incapacidad moral para administrar justicia, razón por la que ahora deben de someterse a la transparencia de sus actos y decisiones.
No obstante, precisamente porque se trata de una organización mafiosa, los periodistas también somos vulnerables a sufrir amedrentamientos, nada raro sería entonces que en los próximos días empiecen las amenazas como lo están haciendo con algunos fiscales.
Ocurrirá seguramente, especialmente cuando los traficantes hayan sentido llegar su Waterloo, pero por eso mismo se hace necesario que la agenda común tenga fijación en este tema.
Ojo que estamos hablando del narcotráfico, el poder detrás del llamado crimen organizado que está especialmente interesado en la descomposición social paulatina. Poca cosa no es. El orden social establecido se encuentra en jaque, pues sus influencias han trascendido hasta escalones inimaginables.
Por eso esta lucha requiere de intervención sociocomunitaria y gubernamental vigilada. Una tarea pendiente de toda la prensa, pero con iniciales trabajos que es necesario valorar y respaldar desde la opinión pública.
Los audios y documentos que están en manos de los magistrados y la policía deben guiarnos para en principio desmoronar esa organización infiltrada en casi todo lado, será el inicio de un largo proceso para evitar que el sur del Perú se convierta en zonas invivibles como México, donde la sociedad se encuentra condicionada en sus modos de vida por la existencia de las maras y su vínculo con el narcotráfico.
Las instituciones democráticas de nuestro país no pueden más que dar ejemplo de firmeza para investigar, sancionar y expulsar a quienes resulten inmiscuidos en estas redes que -huelga decirlo- tanto daño nos hacen a todos. (Publicado en Correo Puno 17/06/13)   

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