jueves, agosto 13, 2015

Tantas veces la izquierda

Por: Hugo Supo

El exsocio de Ollanta Humala, Salomón Lerner Ghitis, nos ha enrostrado una vez más el modus vivendi de la autollamada izquierda progresista que él lidera en el Perú.
El empresario declaró en el inicio de semana que en las elecciones del 2016, su grupo podría apoyar a Pedro Pablo Kuczynski (PPK) si este pasa a segunda vuelta con Keiko Fujimori.
¿Cómo? ¿Y los principios izquierdistas?, ¿Y la nacionalidad del gringo? ¿Y la moralidad socialista? No vayan a salir con que PPK es el nuevo rostro de la izquierda por favor.
En realidad la fábula es bastante conocida, solo hay que recordarla para que la historia se vaya escribiendo por cuenta propia. No es necesario ir muy atrás para revelar la falsedad de este progresismo.
Vamos a partir de las elecciones del año 90, cuando en segunda vuelta proclamaron su adhesión el entonces recién aparecido Alberto Fujimori por solo el hecho de oponerse a Mario Vargas Llosa. Y ya saben lo que pasó.
El decenio que Fujimori gobernó el Perú, para los ahora autollamados progresistas, fue un tiempo para macerar sus odios, ese mal del que hoy no pueden desprenderse y los obliga en cada elección a ser cola de cualquier león, pues nunca pueden siquiera consensuar liderazgo alguno, condenándose a la agitación social oenegera.
Recordemos que la elección de Alejandro Toledo fue relativamente fácil para Perú Posible, pero en su periodo hubo acomodos y reacomodos, como el reforzamiento de las ONG que cada cierto tiempo mutan de rubro, pero siempre para oponerse al proyecto que está de turno.
Los comportamientos cuestionables más recientes de este grupo se remontan a 2011, cuando con el único argumento de contrariar a la familia Fujimori, se aunaron al hoy presidente Humala Tasso. Sí, al mismo que ahora le piden devolverles el voto porque los “decepcionó”.
No hay pues aquí una izquierda progresista, al menos no en vigencia política. A todas luces, lo que vemos es un circulo vicioso de gente cameleónica a la que no le gusta escuchar ni leer sus verdades, pero cómo le excita imponer cierta agenda mediática. (Correo 13/08/15 Foto: Internet)  

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