Por: Hugo Supo
Pocos son los hombres y mujeres presidenciables en
nuestro país. Si mañana fueran los comicios tendríamos que hablar de una Keiko
Fujimori que según las últimas encuestas es la preferida por una coyuntural
mayoría, de un Alan García que ha insinuado arrogantemente participar en las
justas del 2016 pero que en el fondo quiere regresar el 2021, de un PPK que
pese a su avanzada edad pretende enganchar nuevamente con el electorado más
joven y emocional, de un César Acuña que jura para sus adentros ser el hombre
predestinado a ser Presidente del Perú, de un Luis Castañeda a quien le cuesta
agarrar empatía con el pueblo, de un Alejandro Toledo que por el momento está
más muerto que vivo en política y, por supuesto, de una Nadine Heredia que hace
poco dijo que descartaba jugar a eso de la “reelección conyugal”. Lourdes
Flores es invisible por cierto.
Sí señores, estos son los nombres más resaltantes de
nuestra curiosa y siempre criticada fauna política nacional; y a no ser que
aparezca algún out sider de última hora, los peruanos estamos condenados a
escoger de entre ellos en las elecciones venideras.
Luego, aunque es harto sabido que nuestra democracia
tiene carencia de partidos políticos, lo más parecido a estos, las principales
fuerzas políticas nacionales serían: el Nacionalismo, el Apra, el Fujimorismo,
Perú Posible y unas desgastadas PPC y Acción Popular sin líderes visibles y a
las que solo les queda hacer lo mismo que han hecho en el último tiempo: buscar
una cuota de poder en alianza con algún caudillo de turno.
La izquierda por su parte está igual que siempre,
dividida y enfrascada en sacar adelante una organización nacional sin norte
seguro, sin líder ni caudillo que les dé esperanza de luchar un protagonismo
central en campaña. No hay nadie visible por allí, ni Villarán ni el cura Arana
ni Santos logran alzar vuelo.
Así pues, no tenemos mucho de donde escoger amigos
lectores, siendo sinceros, todo parece indicar que en el año 2016 los peruanos
tendremos que elegir el “mal menor” de turno.
Y descartando a los que menos posibilidades perfilan
(PPK, Acuña, Castañeda y los otros)
quedarían muchos menos presidenciables. Si tomamos en cuenta los actuales líos
en los que se encuentran Alan García y Alejandro Toledo, las probabilidades de
que Keiko Fujimori se siente en el Sillón de Pizarro son cada vez más
probables, ¿quién podría competir con ella aparte de los ya mencionados?
La lucha será entre estos no lo duden, porque el
Nacionalismo acaba de cerrar todas sus posibilidades de llegar nuevamente a la
Presidencia, Nadine dice que no lo hará y Ollanta juró lo mismo el 2011. Si así
estamos, al Nacionalismo no le quedará más remedio que negociar una cuota de
participación en el poder del 2016, tal vez con la esperanza de retornar con
fuerza para el Bicentenario.
Por ahora, Humala, Heredia y compañía quieren asegurar
lugares en el Congreso de la República y otras instituciones tipo Tribunal
Constitucional, Defensoría del Pueblo y similares que ya hemos visto durante el
episodio de la “repartija”.
He ahí la razón por la que el Humalismo pone tanta fuerza
en mantener esa alianza con el -aunque desprestigiado- potencial presidenciable
Alejandro Toledo. No solo por aquello del blindaje en el escándalo de su suegra
sino obsequiándole la Defensoría del Pueblo (ese intento de poner a Freitas ha
sido para llorar) y, como no, participar también en la repartija de OPDs a lo
largo y ancho del país.
Como van las cosas, Toledo será el candidato oficialista
en el 2016 y competirá con la hija de Alberto Fujimori. Para García está fresco
el recuerdo colectivo de su reciente gobierno y eso le quita números en las
preferencias.
Si todo esto ocurriese, retornará a la agenda una
votación por la “moralidad” del país, como ocurrió en el 2011, los odios revivirán y más que apoyar a Toledo la fuerza
antifujimorista volverá a unirse, quién sabe, perdonándole todo al Cholo de
Harvard con tal de no caer en manos de los Fujimori. (Publicado en Correo Puno 22/07/13)
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