martes, julio 24, 2007

Un día rutinario que no vale la pena contar

Por: Hugo Supo

Hoy desperté como siempre con el timbrecillo del celular. Quise recordar lo que había soñado, pero, no pude. Pensé en lo que había experimentado el día anterior, y dije para mi mismo:

- En ocasiones, hacemos acciones con las que influimos a terceras personas, quizás sin querer, pero lo hacemos.

Entonces quise quedarme dormido eternamente, como que añoré ser protagonista (en versión masculino) de la Bella Durmiente, claro, en el caso mío, sin una princesa que me despertara, y sin un beso que espantara el sueño que en ese momento quería.

Los minutos siguieron transcurriendo e hice lo que debía hacer (lo que siempre hago). Ir al trabajo. Caminé con los audífonos del radio puesto en los odios. Saludé a un par de tipos desconocidos que antes me saludaron también. Las manos se me estrechaban entre si por el frío de la mañana, y seguí de camino al trabajo. Como siempre.

Y como siempre, llegué, me saludaron, me acerqué al ordenador, navegué por la web, e hice lo que tenia que hacer…era otro día más.

Minutos después escuché que el rumor del día anterior había crecido. El comentario era prácticamente general. Entonces dije para mis adentros:

- En ocasiones, hacemos acciones con las que influimos a terceras personas, quizás sin querer, pero lo hacemos.

Sino no fuera así, seguramente no estaría escribiendo sobre este día que quedará en el secreto, un día del que no vale la pena contarles. Gracias por el aburrimiento.