Por: Hugo Supo
La desorganizada parada folclórica de
los carnavales juliaqueños ha herido de muerte a la Federación de
Arte y Cultura (FEDAC) de la provincia de San Román, ahora es casi
de consenso que tal organización debe desaparecer para dar lugar a
otro organismo con mayor capacidad organizativa, legitimidad y
legalidad.
Sin embargo, la mejora de la parada y
toda la fiesta carnestolenda no se reduce a conformar un patronato,
empresa o regresar la organización a radio Sol de los Andes, sino
también a fortalecer la institucionalidad (formalización, vida
orgánica e investigación académica) de los conjuntos de danzas y
otros involucrados.
El problema de la FEDAC viene desde su
génesis informal, eso da carta libre a la tolerancia de conjuntos de
danzas también informales, cuyo único norte es el negocio y la
francachela; lejos de la formación de identidad, cultura y hasta
folclore popular.
Otro problema es que las entidades que
organizan diferentes concursos en el marco de los carnavales
juliaqueños (Chiñipilcos, Machuaychas, comerciantes y municipios
distritales) andan desarticulados, con escasa vocación para hacer
realidad aquello de “los carnavales más extensos del país” como
una sola unidad.
Tampoco existe entidad con capacidad de
convocatoria real para reorganizar toda la fiesta de los carnavales
juliaqueños.
Eso exige una autoconvocatoria de las
organizaciones culturales, incluyendo a las entidades estatales,
para evaluar el pasado y planificar urgentemente el futuro desde hoy.
Que la crisis sea motivo para repensar
el horizonte cultural de la Capital de la Integración Andina.
Y dado que los carnavales aspiran a ser
una expresión cultural local, la fiesta no podría ser copia
boliviana, por el contrario, hay que rescatar la escencia para
hacerla además de extensa, única.
Imagínense, por ejemplo, unos
carnavales así, con lo más orignario del altiplano revalorado y
potenciado. (Correo Puno Juliaca 14/03/19 Foto: Difusión)