Por: Hugo Supo
“Todo falta,
maldición” ha dicho la jefa del Comando Nacional COVID-19, Pilar
Mazzetti, haciendo alusión a la crítica realidad peruana frente a
la pandemia por el coronavirus.
Y es verdad. Todo falta. Desde
tecnología, infraestructura, personal, liderazgo político, empatía,
responsabilidad, hasta conciencia ciudadana.
La crisis es peor en regiones (o lo
será), donde las autoridades se limitan a seguir recetas del
centralismo y la sociedad ha caido en miedo e incertidumbre.
¡Todo falta! Sobre todo ideas
desarrolladas que nos ayuden a contener la pandemia y, luego, a
superar las otras crisis que vendrán (económica, social, política).
¿A dónde deberíamos de ir cuando
faltan ideas? Pues, a la universidad, cuya razón de ser es la
investigación y generación de nuevo conocimiento.
Resulta que en
el Registro Nacional de Ciencia, Tecnología y de Innovación
Tecnológica (Renacyt), que orgullosamente muestran los rectores
cuando hablan de acreditaciones y licenciamientos, existen 61 nombres
de investigadores ligados directamente a cuatro universidades
puneñas.
La mayor cantidad son de la Universidad
Nacional del Altiplano (56 en total), quienes deberían hacer fluir
ideas y proyectos para ayudar a las autoridades, pero guardan
misterioso silencio.
La pregunta cae de madura: ¿qué están
aportando las universidades en esta crisis?
En Bolivia han desarrollado
investigaciones sobre el uso del eucalipto y otros saberes
ancestrales para mitigar la COVID-19, en otros lares han abordado lo
referido a la radiación solar y sus posibles consecuencias contra el
virus.
En el Perú, Concytec ha convocado a un
millonario concurso de investigaciones referidas al coronavirus
(SARScov-2), se han presentado proyectos de sistemas de información,
respiradores artificiales y hasta una posible vacuna. ¿Y Puno?
(Correo Puno Juliaca 30/04/20 Foto: Difusión)