Por: Hugo Supo
¿Cómo, la periferia nacional, puede
participar legítimamente en el Pacto Perú anunciado por el
presidente Martín Vizcarra durante su último mensaje? La
convocatoria será amplia ha dicho el moqueguano, sin especificar qué
implica esa amplitud.
La última vez que un presidente llamó
a algo similar -Acuerdo Nacional, le decían-, el diálogo resultó
siendo un té de tías del centralismo.
Las 35 políticas de Estado allí
diseñadas son parte de la lírica nacional. O mejor revisemos,
cuánto hemos avanzado desde 2002 en i) Democracia y Estado de
derecho; (ii) Equidad y justicia social; (iii) Competitividad del
país; y (iv) Estado eficiente, transparente y descentralizado.
Ahora, 18 años después, Martín
Vizcarra quiere heredar una agenda programática similar: i) La
construcción de un sistema unificado de salud; (ii) Garantizar
educación de calidad eliminando brechas; (iii) Promover el
crecimiento económico sostenible; (iv) Continuidad de la reforma
política y sistema de administración judicial y (v) Lucha contra la
pobreza y pobreza extrema.
Como dicen, de buenas intenciones está
empedrado el camino al infierno. Y ese infierno parece ser el statu
quo de una república que ha mantenido las mismas condiciones de
injusticia, olvido e invisivilización de sus pueblos desde el
momento mismo de su fundación.
El té de tías es más bien un tubo de
escape a la crisis política que acompañará a la del factor
económico que hereda la pandemia.
¿Pacto Perú?, por supuesto que el
país necesita de un nuevo pacto social, sin embargo, este no debe
ser remedo de experiencias fallidas y mecedoras reinventadas por el
establishment.
Si vamos a hablar de un pacto nacional,
empecemos por convocar a los siempre olvidados del “Otro Perú”
(ese 70% de peruanos que vive en economía paralela al Perú formal)
que el Presidente se niega a reconocer.
Un verdadero pacto no puede ser la
misma chola con diferente pollera. (Correo Puno Juliaca 30/07/20
Foto: Difusión)