Por: Hugo Supo
Es una pataleta la que protagoniza el vicepresidente
regional de Puno, Saúl Bermejo Paredes, al pretender quedarse con el puesto de
presidente por la fuerza. Son estas ambiciones las que desprestigian a nuestra
circunstancial clase política.
No podrían acusar a este columnista de ser simpatizante de
la “gestión rodriguista”, siempre nos hemos mantenido críticos al poder
acumulado alrededor del presidente regional, y no por eso vamos a seguir el
juego de quienes buscan cualquier excusa para desestabilizar a esta parte del
Estado.
Es verdad que Mauricio Rodríguez generó todo este embrollo
con sus intenciones reeleccionistas, no hay duda que el panorama hubiera sido
de mayor tranquilidad si no andaba soñando con un periodo adicional, pero no
vamos a llorar sobre leche derramada.
¿Qué finalmente el señor Rodríguez desistió de postular para
terminar su gestión?, ¿que el Consejo Regional no lo quiere de vuelta?, ¿que
Bermejo no podrá cumplir sus sueños caudillistas?, ¿que el JNE debería
pronunciarse? No pues, no podemos caer en el lío de algunos leguleyos.
Una explicación sólida para esta situación la ha dado el
abogado Tirso Vargas Vargas. Aquí el Consejo Regional no tiene potestad sobre
temas electorales, ergo, debería de limitarse a aplicar su competencia en base
a la Ley Orgánica de Gobiernos Regionales.
Mauricio Rodríguez no tenía que pedir autorización a nadie
para postular, esa es una decisión personal y autónoma; en el mismo sentido
tampoco tendría que pedir consentimiento para desistir de una candidatura. Si
Rodríguez no es candidato, entonces no tiene por qué no ser presidente. Que
cumpla ahora su labor y punto.
Lo que hemos estado observando en los últimos días es un
berrinche de un sector de la consejería y la del vicepresidente que ha visto
frustradas sus intenciones de sentarse por más tiempo en el sillón
regional.
No es otra cosa. (Publicado en Correo Puno 26/06/14 Foto: Los Andes)