Por: Hugo Supo
Los cronistas del día a día no
deberíamos estar escribiendo esto. No queremos hacerlo. Bien podría
esta columna dedicarse a analizar cómo vamos en temas de desarrollo,
la reciente Convención Minera de Arequipa y su impacto en el sur, la
quinua y su próxima exposición en la ciudad de Lima, la implicancia
de la carretera Villa Pajcha-Moho, ese veto a los estudiantes de
medicina de la universidad Andina por parte del Minsa y Essalud o
cosas por el estilo.
Sin embargo, el luto regresa y obliga a
mirar una cruda realidad. Nuestras carreteras se han convertido en
cementerios, en el destino fatal de los viajeros que nunca podrán
volver a casa, nuestras pistas son esas tumbas errantes, son aquello
de lo que no quisiéramos hablar pero lo estamos haciendo.
12 familias maldicen -mientras estas
líneas se escriben- el viaje que sus seres queridos emprendieron la
madrugada de ayer en la vía Juliaca-Huancané, otras 6 familias
siguen llorando por similar destino que les tocó entre el viernes y
el sábado. 18 muertos es demasiado.
Pero no vamos a lamentarlo simplemente,
hoy vamos a parar la agenda para exigir un alto a estas desgracias.
¿Quiénes son los responsables? Todos. Empezando por la Dirección
Regional de Circulación Terrestre, que resulta siendo un fiasco con
estos resultados, pasando por las empresas que contratan choferes
irresponsables, y, cómo no, hasta los usuarios que pedimos al
conductor pisar el acelerador hasta el fondo. Todos llevamos un poco
de esta carga.
También es culpa de los gobernantes,
que ni se preocupan por mejorar las destartaladas pistas, y de la
Policía Nacional, que controla solo lo que le conviene. Admitámoslo.
No somos una sociedad civilizada. No, si nos vamos a matar de esa
manera. No, si seguimos repitiendo la historia. No, si no ponemos el
freno.
Empecemos por ejemplo por cuestionar la
circulación de estas unidades minivan, las que por obra y gracia del
Poder Judicial, que aceptó un recurso de amparo, matan a diestro y
siniestro, sin pasar revisiones técnicas, sin licencias de
circulación y con la complicidad de la Dirección de Circulación
Terrestre, que no puede imponer la ley.
Que hable ahora el presidente regional
o alguno de sus funcionarios, que expongan cuáles son las políticas
para el servicio de transporte, que justifiquen estas defunciones,
que le digan algo a las familias dolientes.
Que se hable del por qué están
pasando estas muertes, del cómo vamos a parar esta racha, que no se
laven las manos como Poncio Pilato. (Publicado en Correo Puno 23/09/13)