sábado, septiembre 22, 2007

El restaurante “Doña Carcita”

Por: Hugo Supo

Aquella noche, el frío dibujaba un terminar de día característico de septiembre en la sierra. Había caído lluvia minutos antes de la cita. Él se apresuró en llegar al encuentro. Ella se preparaba para el momento especial. Y si que lo fue para ambos.

El restaurante “Dona Carcita”se ubica en un lugar difícil de encontrar, hay que buscarlo con empeño, con paciencia, con detalle e insistencia. Es un lugar sencillo, amable, acogedor y tiene característica de hogar.

La cita fue allí. Lo interesante de ese lugar es que no hay mozos, ni cocineros famosos, que lo único que harían seria estorbar el idilio. Existe solamente una mesa para dos: La dueña del restaurante y su poco gentil enamorado, pues ni una rosa le llevó para encandilarla.

Trajeron el menú de la noche, y él encontró en esa carta, la mejor cena que jamás había esperado en su corta existencia, un apetecible potaje preparado por ella misma. No faltó champagne, claro. No se debía dejar de brindar en aquel momento.

Él pensaba –mientras empezaba a masticar- que esa mujer era impresionantemente admirable. Todo había sido pensado: la noche, el lugar, los protagonistas; lejos del bullicio de la calle y tan cerca del infinito.

Como toda cena romántica, la cita terminó con desnudo. Si, ambos se despojaron lentamente de sus falsos blindajes, y se dejaron llevar por esas cosas que solamente el amor comprende. Dialogaron mucho.

Y esa noche, lloraron ambos, quizás fue la emoción de estar juntos nuevamente, tal vez, simplemente querían hacerlo para sentirse mas cerca uno del otro. Pero también rieron, los dos enloquecieron, se les veía por momentos reír y les brotaban lágrimas de los ojos. Fue la emoción, fue la noche que quería que fuera así.

Él le contó otra vez los momentos especiales de su vida, ella - como nadie mas sabia hacerlo- le escuchó con atención. Y ese escenario se convirtió en un mar de intimidades del alma. Hablaron de confesiones, sin rencores y sin reproches, pues a parte de todo, eran los mejores amigos del mundo.

El restaurante “Doña Carcita” es un lugar especial, pocos conocen el sitio, y el se sintió afortunado por haber recorrido esos pajares. Una atención personalizada, y el mejor menú cada noche. No lo busquen, podrían quedar enamorados de la dueña.