Ahora, les anuncio un nuevo portal en el que encontrarán los contenidos que voy produciendo para los espacios periodísticos en el que participo.
Quiero invitarlos a visitarme en www.hugosupo.pe
Ahí nos vemos, muchas gracias.
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Por: Hugo Supo
La reforma política debería empezar por corregir el fracaso de la democracia representativa en este país. Es básico y esencial para empezar a solucionar los grandes problemas que arrastramos desde la génesis de la República.
Sí. La democracia representativa es un fracaso, pues, ha sido distorsionada para dar lugar a la “partidocracia” o, en el peor de los casos, al lobby de la corrupción.
Abraham Lincoln definió la democracia en 1863 así: “es el sistema de gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, lo que, obviamente, está lejos de la realidad peruana.
El sistema político está diseñado para reducir la participación del pueblo al voto en el día de las elecciones, nada más.
No hay mandado vinculante para que la voluntad de ese pueblo sea imperativa a sus representantes. Y allí empieza la pérdida de legitimidad de todas las decisiones que se dan en nombre del electorado.
La forma de ganar las elecciones subnacionales ha sido perversa durante los últimos años, lo que daña, enormemente, la democracia y la gestión pública en los pueblos del Perú.
Los líderes políticos renuncian a cualquier proyecto que implique bases sólidas, porque eso significa tiempo, organización y vida partidaria.
Las últimas autoridades regionales han preferido solo coaliciones electorales con personajes políticos visibles en provincias y distritos (segundos y terceros lugares), con el objetivo del arrastre mutuo.
Ha funcionado con Juan Luque Mamani y con Walter Aduviri Calisaya, cuyos principales cuadros políticos son caudillos locales u operadores que han asegurado su elección y luego chau.
El resultado es la tragedia que arrastramos gobierno tras gobierno, con gobernadores y vicegobernadores enfrentados, consejos regionales atomizados y alcaldes que jalan agua para su propio molino.
¿Qué podría rescatarse como contribución del movimiento PICO que liderara en algún momento Juan Luque Mamani?
¿Con qué podrían henchir de orgullo los dirigentes del movimiento Mi Región, sabiendo que obtuvieron el GORE y gran cantidad de alcaldías en 2018?
Los simpatizantes del gobernador Walter Aduviri Calisaya se razgan las vestiduras porque su vicegobernador Agustín Luque los habría traicionado. “Ya no sigue ni representa al Plan Kollasuyo”, rezan cada cierto tiempo.
¿Y qué del resto de militantes, candidatos y autoridades con los que prometieron el oro y el moro?, ¿los alcaldes trabajan alineados al propaganizado Plan Kollasuyo? ¿dónde está el liderazgo y el poder articulador del movimiento aduvirista? Simplemente, no hay mea culpas.
Por eso, es tiempo de desterrar los caudillismos, necesitamos hacer política en colectivo y no alrededor de una sola persona. (Correo Puno Juliaca 03/09/20 Foto: Difusión)
El titular de la Dirección Regional de Salud Puno, Walter Oporto Pérez, soltó algunos datos en una entrevista realizada por RPP que, más que aclarar el panorama de la pandemia, confunden y hasta siembran desconfianza.
El funcionario anunció que el laboratorio biomolecular de Puno está procesando 70 pruebas diarias; es decir, que de pronto, en estas instalaciones habrían a empezado a trabajar al 100% de su capacidad. Difícil de creer, con los antecedentes que conocemos.
Recordemos que el jefe del laboratorio, Freddy Condori Yujra, declaró -el 9 de julio- que la máxima capacidad que habían alcanzado era procesar 24 hisopados al día. Lo de las 70 muestras diarias no pasó de ser un anuncio entusiasta del gobernador Agustín Luque.
Dice el médico, que se han aplicado más de dos mil pruebas moleculares, obteniendo 367 positivos (hasta el 24 de agosto). El promedio diario sería entre 7 a 9 infectados.
Esta cifra fuera real si la pandemia tendría presencia en Puno durante los últimos 40 días, pero el primer caso se registró en abril. De manera que las declaraciones del médico Oporto Pérez se acercan a un comportamiento mitómano ante la opinión pública nacional.
En realidad, si el laboratorio procesara esas 70 muestras diarias, a la fecha tendríamos que estar acercándonos a los cuatro mil hisopados ya procesados desde el 22 de junio, cuando se puso a funcionar el centro biomolecular.
¿Cuál es la necesidad de maquillar las cifras? Se requiere invertir más de seis millones de soles para ampliar la capacidad del laboratorio, responsabilidad que recae en el gobernador puneño y sus funcionarios.
Y si así están maquillando el trabajo del laboratorio biomolecular, ¿qué otras cifras no están sinceradas, dignas autoridades?, ¿Por qué mienten al pueblo? (Correo Puno Juliaca 27/08/20 Foto: Difusión)
Por: Hugo Supo
Ya existe antecedente de un consejero regional que ascendió al Ejecutivo para convertirse en presidente del Gobierno Regional de Puno, así llamado en aquellos años.
Ocurrió en la gestión de David Jiménez Sardón, en medio de la beligerancia política que desencadenó la orden de captura que el Poder Judicial dictó en contra de la entonces autoridad, acusada de malversación de 20 millones de soles de emergencia regional.
El elegido, en una anecdótica madrugada, fue Juan José Vega Quispe (Sandia), integrante del Movimiento por la Autonomía Regional Quechua y Aimara (MARQA); o sea, del mismo grupo del prófugo Jiménez Sardón.
Aunque en la práctica Vega Quispe no hizo acciones de gobierno, su elección sirvió para arrinconar a la entonces vicepresidenta Sonia Frisancho, quien fue suspendida en la misma sesión de gallos y media noche. No sirvió para mucho, ya que Jiménez volvió a los días y culminó su periodo.
Quince años después, en medio del azote del SARS-cov-2, el Consejo Regional de Puno también opta por la toma de poder para reemplazar, ahora, al cuestionado Agustín Luque Chaiña, cuya titularidad en el cargo de gobernador, dicho sea de paso, tampoco es segura, puesto que depende del juicio de Walter Aduviri Calisaya.
Los consejeros justifican este camino con la incapacidad de Luque Chaiña para afrontar la pandemia. Intrínsecamente, prometen que el elegido tomará el toro por las astas.
Pero, cuidado, que esto no es coyuntural, la atomización del poder en el GORE se empezó a vivir apenas iniciaba la gestión de Aduviri.
Es evidente que allí ha pesado más los intereses de grupo, que construir un proyecto político y de desarrollo para la región. Son, pues, los miembros de la misma coalición diciéndose la vela verde.
Para ser sinceros, el ascenso de un consejero a cargo de vicegobernador, eventualmente al de gobernador, poco podría ayudar en esta circunstancia. Solo se provocaría mayor división y crisis política. La historia no los dice.
¿No es mejor llamar al Consejo de Coordinación Regional (Art. 11 de la Ley N° 27867) para activar nuevos liderazgos de consenso? (Correo Puno Juliaca 20/08/20 Foto: Onda Azul)
Por: Hugo Supo
Por: Hugo Supo
Media docena de años han transcurrido desde la promulgación de la Ley Nº 30220, la Nueva Ley Universitaria, que categorizó a la universidad peruana como la institución “fundamental del desarrollo nacional, de la investigación y de la cultura” (Art. 1). Al menos en intenciones, el nuevo marco legal procura reconectar la universidad con la realidad nacional, del cual estuvo divorciada por mucho tiempo, escudándose en la caduca “autonomía universitaria”.
Pues bien, más de un quinquenio es suficiente para dirigir nuestra mirada a esta institución y ver sus aportes en el sentido que la ley manda; es decir, aportes al desarrollo nacional, la investigación y la cultura.
Aunque particularmente en Puno, los problemas de hace cinco años siguen siendo los mismos y en algunos casos más agudos que antes.
Ejemplos sobran: contaminación ambiental, corrupción, ausencia de inversión, economía informal, descapitalización del campo, escasez de agua, energía con alto costo, ausencia de industria, violencia familiar, etcétera.
Entonces, la institución universitaria todavía no parece ser el tránsito a la solución de dichos problemas; por ahora, sus autoridades están concentradas en asuntos internos de acreditación y/o licenciamiento, que no es otra cosa que la formalización de su funcionamiento bajo mínimos requisitos.
¿Cuándo-entonces- la universidad empezará a liderar el desarrollo de la sociedad? Cuando sus integrantes comprendan la trascendencia de esta institución y la encaminen hacia esos senderos.
Cuando se entienda la importancia de pasar de una universidad de modelo napoleónico-español (la universidad que forma trabajadores) al paradigma alemán (la universidad como una corporación al servicio de la ciencia, que no se limita a un mero canal de transmisión de conocimientos, sino un motor que hace avanzar la ciencia).
El cambio de paradigmas implicará no solo acreditaciones o licenciamientos, sino currículas acordes a las necesidades de la sociedad actual. Requerimos institucionalizar la investigación desde el primer día de clases, hasta convertirla en el alma universitaria.
El estudiante debería de aprender participando en las investigaciones planteadas por otros estudiantes, catedráticos y la misma sociedad. No más pasividad educativa.
A ello debieran sumarse nuevos pensamientos epistémicos que revaloren lo profundo de nuestras culturas, nuevas metodologías para hacer ciencia y nuevos investigadores a quienes inquiete la compleja realidad local y universal.
Otra barrera a romper son las investigaciones unidisciplinarias, ahora que entendemos la complejidad de los problemas, estos no pueden estar reducidos a una sola mirada. Las multidisciplinariedad ya es una política universitaria en otras partes del mundo.
A todo esto, a los gobiernos locales y regionales les toca invertir en nuestra ciencia, que el canon minero sea dirigido a financiar investigaciones e investigadores.
Pero no solo se trata de redirigir los presupuestos, sino plantear la problemática que genere nuevas betas de investigación, ya sea en ciencias puras, aplicadas o sociales.
Qué bien caería, por poner un ejemplo, que el Gobierno Regional en alianza con las universidades licenciadas convoque a los investigadores locales planteando sus principales problemas, que además ya están identificados en los diagnósticos del Plan de Desarrollo Concertado y otros instrumentos de gestión. Allí hay grandes oportunidades para la ciencia y el desarrollo de nuestra sociedad.
La creciente contaminación ambiental encontrará soluciones cuando los universitarios nos muestren las causas y nos encaminen a propuestas viables de sostenibilidad. Ninguna fórmula importada podría calzar mejor.
La medicina tradicional es un gran reto para los médicos y estudiosos de la biología. Ni siquiera hay que empezar de cero, basta con hacer un recorrido por las comunidades y registrar los saberes previos, que serán el insumo principal para generar modos de vida saludable.
Y si se trata de recursos minerales, la próxima meta de la universidad tendría que ser generar fórmulas para industrializar el litio de Macusani y otras riquezas que yacen bajo los suelos. Veamos a Bolivia, que neutralizados a falta de patentes, tuvo que generar un Instituto del Litio en Potosí.
Incluso la investigación debería tener una tesis respecto a la dinámica social y de gobierno en la comunidad campesina, a propósito de que esta es nuestra raíz cultural. Saber, en base a ello, si es realmente posible insertar políticas comunales en el Estado moderno o se trata de puro cuento reinvindicativo.
En fin, hay tanto temas como potenciales investigadores en esta parte del país. No escribimos por intuición, sino porque así se plantea en la Visión a 2021 del Gobierno Regional de Puno, donde, parafraseamos, que hemos afirmado identidad y nos desarrollamos en interculturalidad, que manejamos sosteniblemente los recursos, que accedemos a la ciencia, generamos economía y nuestra administración es moderna, transparente y democrática.
Que la universidad peruana (puneña en particular) sea verdaderamente el faro que guie el proceso refundacionista del Perú, tan necesario y trascendente que la historia lo sabrá reconocer.
(*) Colaboración para la revista Xullaca de la UNAJ, julio-setiembre de 2020