Por: Hugo Supo
Para llegar a la casa de don Teófilo
Jallo Aruquipa, de 90 años de edad, hay que trasladarse a la
comunidad de Huerta Huaraya por un maltrecho camino que desvía de la
carretera Puno - Juliaca en el sector de la Curva del Diablo.
La comunidad se encuentra en lo que fue
la orilla del lago Titicaca; hoy el agua se ha alejado y dejado
solamente una inmensa pampa inundable en temporada de lluvias; el
ferrocarril al frente y pequeñas chacras más allá. Pese a todo, la
vista al horizonte es inspiradora.
Huerta Huaraya se encuentra a unos
veinte minutos de la capital altiplánica. Allí está sentado don
Teófilo, por 90 años ha vivido en una casita típicamente andina,
con un portón que da acceso a un patio donde cultiva flores, tres
habitaciones con techos de calaminas que envuelven el recinto
empedrado y mala hierba en las esquinas como decorando la estancia.
En uno de los cuartos yace doña
Candelaria, la esposa de Teófilo, que apenas puede mantenerse
sentada por los achaques de la ancianidad y un mal que la ha postrado
durante las últimas semanas hasta temer la muerte.
Pocos en el resto de la sociedad puneña
saben de la existencia de Teófilo, que el Ministerio de Cultura del
Perú lo ha declarado Personalidad Meritoria de la Cultura
(Resolución Ministerial Nº 168-2016-MC) en 2016 por su maestría en
la elaboración de balsas de totora y que no merece estar en tales
condiciones.
Siendo pragmáticos, poco le ha servido
a Teófilo ser Personalidad Meritoria de la Cultura, el Estado le ha
hecho reconocimientos y le ha llenado de protocolos, pero hay poco
esfuerzo para atenderlo en su vejez y luchar contra la pobreza que le
rodea.
Uno no podría imaginar tantos
descamisados estando tan cerca la ciudad capital, pero allí en
Huerta Huaraya carecen de todo. No hay agua potable, salud ni
educación. Y la mayoría de casitas está habitada por ancianitos
con historias similares a la de Teófilo.
¡Ya basta de este Estado con
hipermetropía! (Correo Puno Juliaca 27/12/18 Foto:Difusión)