miércoles, diciembre 26, 2018

Don Teófilo Jallo Aruquipa


Por: Hugo Supo

Para llegar a la casa de don Teófilo Jallo Aruquipa, de 90 años de edad, hay que trasladarse a la comunidad de Huerta Huaraya por un maltrecho camino que desvía de la carretera Puno - Juliaca en el sector de la Curva del Diablo.
La comunidad se encuentra en lo que fue la orilla del lago Titicaca; hoy el agua se ha alejado y dejado solamente una inmensa pampa inundable en temporada de lluvias; el ferrocarril al frente y pequeñas chacras más allá. Pese a todo, la vista al horizonte es inspiradora.
Huerta Huaraya se encuentra a unos veinte minutos de la capital altiplánica. Allí está sentado don Teófilo, por 90 años ha vivido en una casita típicamente andina, con un portón que da acceso a un patio donde cultiva flores, tres habitaciones con techos de calaminas que envuelven el recinto empedrado y mala hierba en las esquinas como decorando la estancia.
En uno de los cuartos yace doña Candelaria, la esposa de Teófilo, que apenas puede mantenerse sentada por los achaques de la ancianidad y un mal que la ha postrado durante las últimas semanas hasta temer la muerte.
Pocos en el resto de la sociedad puneña saben de la existencia de Teófilo, que el Ministerio de Cultura del Perú lo ha declarado Personalidad Meritoria de la Cultura (Resolución Ministerial Nº 168-2016-MC) en 2016 por su maestría en la elaboración de balsas de totora y que no merece estar en tales condiciones.
Siendo pragmáticos, poco le ha servido a Teófilo ser Personalidad Meritoria de la Cultura, el Estado le ha hecho reconocimientos y le ha llenado de protocolos, pero hay poco esfuerzo para atenderlo en su vejez y luchar contra la pobreza que le rodea.
Uno no podría imaginar tantos descamisados estando tan cerca la ciudad capital, pero allí en Huerta Huaraya carecen de todo. No hay agua potable, salud ni educación. Y la mayoría de casitas está habitada por ancianitos con historias similares a la de Teófilo.
¡Ya basta de este Estado con hipermetropía! (Correo Puno Juliaca 27/12/18 Foto:Difusión)

jueves, diciembre 20, 2018

Wancho Lima


Por: Hugo Supo

Desapercibido pasó el 16 de diciembre de 2018, fecha que debería figurar en la historia oficial de los pueblos altiplánicos (en 1923 fue la sublevación de Wancho Lima), pero este punto de la historia ha sido olvidado sistemáticamente por casi todos los sectores de la sociedad.
Pequeños grupos de literatos, ciudadanos enterados de la historia puneña, familiares de los mártires o vecinos de las comunidades aimaras de Huancané son los únicos que rememoran esta sublevación, intentando insertarla en el imaginario social de las nuevas generaciones. Es una pena, pero también es una realidad.
Poca gente conoce que allí en Wancho se había fundado la capital de una utópica República Aimara Tahuantinsuyana, cuyo presidente fue Carlos Condori, un indígena del ayllu Taurauta que decidió ser heredero histórico del antiguo guerrero Inti Condorena.
Se dice que el delegado indio viajó hasta Lima para entrevistarse con el entonces presidente Leguia, denunció ante él los abusos de los mistis y pidió autorización para edificar una sociedad indígena con escuelas, mercados y ciudades propias.
En suma, Condorena había pedido la oportunidad de conquistar ciudadanía en tierras que no les eran ajenas, en sus ayllus, con esfuerzo y sueños propios. 
Aparentemente, un populista Leguia (que se hacia llamar Wiracocha) dejó volar las ilusiones indigenistas a sabiendas que la respuesta de los hacendados iba a ser mortal para quien se atreviera a alterar el statuquo.
La venganza de las castas empoderadas ha sido cruel contra Condorena y los otros sublevados. Hubo matanza, saqueos, violaciones, persecución, cárcel y olvido hasta hoy.
Por eso debemos mantener viva la esperanza para que el gran mensaje histórico de Wancho Lima brote en las nuevas generaciones: necesitamos una patria para todos, una que no olvide a sus hijos, que nos hermane, nos integre ahora y con nuestro gran pasado. (Publicado en Correo Puno Juliaca 20/12/18 Foto: Difusión)

jueves, diciembre 13, 2018

El fin de las mecedoras


Por: Hugo Supo

El Gobierno publicó el DS N° 120-2018-PCM, se trata de la norma que aprueba la extinción de comisiones, comités, grupos y equipos de trabajo, consejos y mesas de diálogo del Poder Ejecutivo. En el anexo se publica 55 extinciones que implican a varios ministerios, los que -en teoría- han cumplido su vida útil o simplemente son innecesarios para la “modernización de la administración del Estado”.
Aunque ninguno corresponde a la región Puno (se supone que las que aquí funcionaron ya fueron cerradas en otros momentos) la norma da pie a reflexionar sobre la eficacia de estas estrategias para llegar a acuerdos entre Estado, ciudadanía y/o empresas.
Vale anotar que la Defensoría del Pueblo contabiliza mensualmente una veintena de conflictos en territorio puneño, pero ¿cuántos están siendo abordados en mesas de diálogo, grupos de trabajo, comisiones y similares?, ¿han servido de algo las mesas de diálogo?
Habría que preguntarle a los productores de la cuenca Llallimayo si la mesa allí instalada (y concluida en papeles) ha contribuido a solucionar el problema de la contaminación generada por la minería de Aruntani SAC.
O si la “Comisón Multisectorial Para la Preservación y Recuperación Ambiental del Lago Titicaca y sus Afluentes” ha sido determinante para avanzar con la descontaminación.
Por supuesto, son apenas un par de ejemplos de las intervenciones diseñadas desde el Gobierno central para solucionar álgidos problemas del país.
Pero dichas estrategias no han dejado soluciones concretas, sino expectativas y frustraciones, lo que acrecienta el conflcito y reclama una intervención más efectiva.
En tal sentido, la extinción de las mesas de diálogo y demás parece saludable. Lo que falta aclarar al gobierno del señor Martín Vizcarra, es cuánto de presupuesto se han tragado estas comisiones y grupos de trabajo. ¿Quiénes se han beneficiado con las consultorías? ¿Y cuál es el nuevo modelo de intervención que aplicarán en adelante? (Publicado en Correo Puno Juliaca 13/12/18 Foto: Difusión)

jueves, diciembre 06, 2018

UNA: nombramiento que distorsiona


Por: Hugo Supo

Como está llevado, el concurso de cátedra para nombramiento en la Universidad Nacional del Altiplano (UNA) distorsiona el modelo universitario que la Ley Universitaria N°30220 propone; es decir que la aleja del ideal expresado en el primer artículo, principios y demás componentes de la citada norma.
Porque el Gobierno peruano ha prometido universidades capaces de liderar “el desarrollo nacional, de la investigación y de la cultura”.
No hay manera de lograr ese liderazgo más que con calidad académica, espíritu crítico, de investigación, meritocracia, ética pública y profesional, entre otras prácticas principistas.
Las denuncias que se han propalado por los postulantes y el silencio sospechoso de la comisión del concurso, no hacen otra cosa que proyectar una imagen negativa de la primera casa superior de estudios (gente no apta que luego aparece como apta, conflictos de intereses en los diseñadores de prueba, familiares de políticos que meten la mano, etc.).
Algo que debemos observar necesariamente es la cuestionada flexibilización en la especialización de quienes aspiran a nombrarse como catedráticos.
Porque el mismo reglamento exigió primigeniamente la especialización de los docentes, esto suponía que los postulantes hayan seguido maestrías (y otros estudios) en materias que correspondían a las plazas que tientan.
No obstante, la misma universidad -mediante las autoridades de facultades- ha decidido incluir la palabrita “afines” para la calificación de los expedientes, lo que -como anotamos al principio- ha distorsionado todo el proceso de selección. La flexibilización le ha dado una patada a la reclamada meritocracia.
La excusa es que la misma UNA dicta maestrías en materias distintas a las áreas de la formación pregrado. ¿Cómo es, entonces, que se justifican programas de posgrado tan incoherentes con la misma realidad universitaria?
¿Y si el proceso no termina por anularse, en qué podrían contribuir docentes “afines” a la formación de profesionales competentes que tanto requiere el mercado laboral y el proceso refundacionista del país? (Foto: Universidad Nacional del Altiplano)