Por: Hugo Supo
La crisis que se ha generado en Juliaca
era previsible por la actitud que había tomado el alcalde Oswaldo
Marín desde la primera vez que escuchó la palabra paro cuando
asumía el cargo de burgomaestre.
En los primeros meses, los
transportistas calceteros se encargaron de probar el tino político
de la estrenada autoridad, una mediana movilización de los hombres
del volante hizo que Marín se desentendiera -casi por completo- del
ordenamiento del sector transporte para dejárselo a los quejosos.
En aquella ocasión, Marín dijo que
todo quedaba en suspenso hasta la creación de una gerencia
especializada de la que hoy no hay ni rastro. Le quitaron la
autoridad simplemente.
El resto de movilizaciones que
protagonizaron otros grupos ratificaron que este alcalde confunde la
voluntad de diálogo con el desorden, en el peor de los casos no
tiene idea del principio de autoridad ni liderazgo.
Además, ceder en todo, como lo hace
Oswaldo Marín Quiro, no puede significar otra cosa que gobernar la
ciudad más populosa del altiplano peruano con improvisaciones. No
hay norte y, así, estará siempre a merced de sus contrarios.
El paro que se ha extendido a 72 horas
es producto de eso precisamente, de improvisación y falta de
políticas claras para administrar la ciudad.
¿Qué podría hacer la autoridad?
Primero un mea culpa respecto a lo que ya hemos expuesto, su falta de
liderazgo para conducir la comuna local, luego ajustar al equipo de
asesores y gerentes y, por supuesto, leer nuevamente el plan de
gobierno con el que postuló en el 2014.
Juliaca no necesita de políticos
simpáticos, un alcalde debe estar en la capacidad de afrontar a sus
opositores y, sobre ello, proponer las líneas de acción sobre las
cuales debe desarrollar la ciudad, necesitamos pues un estadista.
La lectura general es que el paro es
solo una advertencia, a partir de hoy Juliaca le podría a dar otra
oportunidad señor alcalde, no la desaproveche. (Correo Puno-Juliaca,
11/06/15 Foto: Internet)