Por: Hugo Supo
Que el Perú es mendigo sobre silla de
oro.
Que vino el Niño Costero.
Que el hambre mata en las alturas de
Puno.
Se cayó otro puente.
Una niña fue violada.
Huye el alcalde corrupto.
Hay festín con las licitaciones.
Que el Congreso da vergüenza.
Que Odebrecht la hizo linda.
Que AG es Alan García.
Que Keiko se alucina presidenta.
Que PPK cocina el indulto.
Que el Cholo nos hizo cholitos.
La economía se estanca.
Las inversiones huyen.
Que la televisión es basura.
Que el narcotráfico nos gana la
batalla.
Este es un pueblo acostumbrado a la
mala nueva.
A la miseria.
La historia la ha emparentado con las
lágrimas y frustración.
También con la indiferencia.
Con las caritas rajadas de infantes que
caminan trechos inmensos,
para dormitar ante el malpagado maestro
rural.
Y vino el centralismo para ahogarnos
otra vez.
La contaminación avanza.
Hoy ha muerto un poeta olvidado.
Agoniza el Titicaca.
Desertifican la selva.
Un aluvión mató a mineros.
Un imprudente acaba de atropellar a un
padre de familia.
Crece el feminicidio.
Bajó el canon.
Se extingue el karachi.
Un hijo ofendió a su madre.
Otro peruano que se va del país.
Un perro sin dueño deambula por los
parques.
Ese granizo indolente, que amenaza
desde las nubes,
acompaña hoy al final de un amor
fracasado.
Y un poco así, pudo también el Perú
extinguirse.
Bajar la cabeza.
Echarse al olvido.
Desistir del futuro.
Fracasar.
¡Cómo habría dolido eso hermanas y
hermanos!
Sin embargo, aquí está.
Con sus artesanas tejiendo kilómetros
de esperanza.
Con miles de albañiles construyendo
los cimientos de la Patria.
Con esa madre que ayer ha enderezado el
camino de su hijo a punta de carajos.
Con los campesinos que labran la
tierra.
Con aquel policía que le inyecta
decencia al país.
Con ese jugador que suda la camiseta,
pese a todo.
Este es el Perú.
Un país que hoy huele a fútbol.
Y que ha despertado una vez más.
Grande.
Inmenso.
Incomparable.
(Correo Puno Juliaca 16/11/17 Foto:
Difusión)