jueves, febrero 26, 2015

Autorregulación

Por: Hugo Supo

Quienes impulsaron desde las redes sociales las movilizaciones contra la derogada Ley Laboral Juvenil, ahora ambicionan incidir en el Gobierno para imponer contenidos en la televisión nacional. Pero cuidado, no vaya ser que el remedio resulte peor que la enfermedad.
Para ser claros vamos a ir al ejemplo de Ecuador, allí por segunda vez en un año, el diario con mayor tiraje, "El Universo", fue sancionado por la superintendencia de comunicación, creada por el gobierno de Rafael Correa. El periódico se vio obligado a pedir disculpas y a pagar una multa, tras haber publicado una caricatura del dibujante Bonil, juzgada como discriminatoria.
Todo esto está reglamentado en este país en base a la polémica ley de comunicación, que desde el 2013 aumentó el control sobre los medios y sigue siendo denunciada por las organizaciones periodísticas, como la UNP , la Unión Nacional de Periodistas (UNP), que a través de su presidente, Vicente Ordóñez, explicó a Radio Francia Internacional la presión y la censura que el gobierno está ejerciendo en este gremio.
Este cronista está complementamente de acuerdo en que los contenidos de los medios de comunicación deben mejorar, no podríamos encontrar persona alguna que discrepe de esa petición.
No obstante, es una nuestra labor advertir que estas marchas – como la de mañana viernes- encajan como anillo al dedo para gobernantes como el exmilitar que asume la Presidencia de la República en nuestros días.
Con las calles pidiendo la regulación de contenidos mediáticos, el panorama resulta ideal para los portavoces del intervencionismo gubernamental, no vaya a salir algún congresista – tipo Lescano- que le guste legislar de acuerdo al temperamento de las masas.
En el Perú existe la Ley de Autorregulación desde el gobierno de Alejandro Toledo, no hay vacíos legales, no se requieren leyes intervencionistas, menos dirigidos desde este Gobierno que hace tiempo ha perdido legitimidad.
Muchachos que van a marchar, antes de hacerlo, sería bueno darle una lectura a la actual ley, revisar la historia peruana del periodismo y luego actuar. (Publicado en Correo Puno 26/02/15 Foto: Internet)


#ExpedienteMalditosDelCostal: Asesinato de Juan Carlos Uturunco (6)

Por: Hugo Supo

Con seguridad, el asesinato de Juan Carlos Uturunco Arosquipa (21) es el que más han lamentado los “Malditos del costal”, los criminales que tienen en su haber la muerte de siete mototaxistas en la altiplánica Juliaca.
El homicidio de Juan Carlos fue un yerro, no debió pasar, jamás debieron levantar el brazo para detenerlo en la esquina de los jirones Tumbes con San Martín.
Willy Pacha Huanca, Juan Jesús Córdova Quispe, Wilson Mamani Arque y Leonardo Mormontoy Cazasola, integrantes de la banda de psicópatas, lo lamentan ahora desde la cárcel, su líder Willy ha tenido que pedir perdón a todas las familias que han enlutado, mientras un flash back lo trasladaba al lunes 19 de enero del 2015.

SIN REMORDIMIENTO. A las 15:00 horas de aquel inicio de semana, estaban Willy y Juan Jesús en la casa del terror, las lúgubres paredes de la casucha insinuaban espantosos recuerdos, los rayos del sol apenas se dejaban notar en el interior, lo que daba un aspecto aún más tenebroso, el silencio era evitado toda costa, cualquier falta de ruido parecía provocar, en un eco, el llanto de los que allí perecieron estrangulados.
A Willy y Juan Jesús poco les importó el remordimiento, el dinero faltaba en sus bolsillos y su nueva dedicación se había convertido, de pronto, en una especie de rutina que los deshumanizaba cada día más.
Se dirigieron al centro de Juliaca para traer al siguiente mototaxista, mientras se acercaban al jirón Tumbes por el jirón San Martín, ambos miraron los periódicos en un quiosco, las noticias anunciaban un paro de mototaxistas exigía que atrapen a los “Malditos del costal”. Tampoco les importó, nada les había pasado antes, solo sus conciencias sabían de aquellas fechorías. Había que actuar otra vez.
Precisamente en la esquina Tumbes con San Martín pararon la mototaxi de Juan Carlos. Era Juan Jesús el experto en trazar la ruta de la carrera, “al grifo San Román”, le dijo al joven conductor fingiendo espontaneidad.

CASA DEL TERROR. El viento de los Andes traía un poco de frío aquel atardecer en el grifo San Román, era la última vez que Juan Carlos Uturunco vería el mundo.
El mototaxista fue escoltado por Juan Jesús, en el interior el ataque provino, como fue su costumbre por el cuello, de Juan Jesús. Willy también se le abalanzó y lo cogió de los pies hasta tumbarlo en el suelo.
Ya vencido, Juan Carlos fue maniatado por el guardián Willy Pacha, este solía dejar una soguilla en la mesa para amarrar a sus víctimas, a este mototaxista lo hizo de los pies, de manos y luego lo arrojó a un rincón.

ALGO FALLÓ. Antes de matarlo, Willy quiso cerciorarse que todo iba bien con la mototaxi que prendarían en alguna casa prestamista, salió del cuarto, rebuscó en la unidad de Juan Carlos y descubrió que no todo ajustaba al plan. Regresó.

- ¿Dónde están los documentos de la mototaxi?, inquirió a su víctima.
- No lo tengo, la moto es prestada de un amigo.

La respuesta de Juan Carlos enfureció aún más a los homicidas, Willy apresuró el ritual: Puso otra soguilla en el cuello del joven y jaló hacía arriba mientras su compinche le pisaba el cuello hasta que se dejara de mover.

MAL PASO. Este asesinato no era igual a de los otros, fue en realidad -como se verá en adelante- el inicio del final de los “Malditos del costal”. Fue la primera vez que Willy y Juan José no se pusieron de acuerdo en el procedimiento. La mototaxi no tenía documentos, ¿qué iban a hacer con ella?

- Juan si no hay los documentos ya nos fregamos, mejor metemos el cuerpo dentro de la moto y lo abandonamos por ahí, propuso Willy Pacha.

- Yo no me hago responsable de esa moto, es por tu cuenta, si tienes amigos con cochera guárdalo...

ABANDONADO. Estaba anocheciendo. Debían de pensar rápido. Por eso decidieron abortar el plan original. Cuando era aproximadamente las siete de la noche, el cuerpo de Juan Carlos fue abandonado en el interior de su mototaxi, los asesinos tuvieron que conducir hasta la urbanización San Román, en la salida a Puno, para deshacerse del cuerpo del delito.
Cometieron un error antes de irse, Willy Pacha y Juan Jesús se llevaron la batería de la unidad móvil y el celular de la víctima, así sintieron que al menos ganarían algún sencillo por esta muerte.
Al día siguiente, casualmente pasó por el grifo San Román un nuevo integrante de la banda y clave para las labores policiales posteriores. Leonardo Mormontoy Cazasola fue el comprador de la batería y celular de Juan Carlos, a la larga, este personaje conduciría a prisión a los criminales, aunque antes ocurrirá un último asesinato.