domingo, febrero 22, 2009

Carnaval a orillas del Titicaca


Por: Hugo Supo

Cuando la euforia de la Festividad de la Virgen de la Candelaria se ha terminado en Puno, empieza otra fiesta de facciones distintas, más tradicional, menos agitada, pero igual de contagiosa. Los carnavales a orillas del lago Titicaca.

A diferencia de Juliaca, donde el Carnaval se hace con actividades similares a la de Oruro (Bolivia); en la Ciudad Lacustre la fiesta la hacen los conjuntos de pandillas, tarqadas, pinquilladas y chacalladas.

Una variedad de danzas tradicionales recorren toda la ciudad, suben al cerrito Huajsapata, y luego bajan por las principales calles, demostrando una vez más, el ¿por qué? Puno es Capital del Folklore Peruano.

El jueves de comadres (conocido así por las tradicionales visitas de comadres en la zona rural), previo al domingo de anata y al miércoles de ceniza, se presentó en la Municipalidad Provincial de Puno, el programa oficial de la fiesta carnavalesca y los afiches más representativos de esta tradición.

Lo hicieron los representantes de los conjuntos pandilleros y también los grupos de tarqadas, pinquilladas y chacalladas. Lo que pasa es que la fiesta ha estado creciendo y ahora son muchos más, cada vez más gente vive la esencia de los carnavales.

Todos han invitado al público a sumarse a las alegrías carnestolendas, y en realidad, las actividades oficiales ya iniciaron el miércoles de esta semana, con la elección de la Señorita Folklore del Carnaval, y claro, con los juegos de agua de la juventud.

El viernes próximo es como un día central de los carnavales, en esa jornada se podrá apreciar a todos los participantes que bajarán del Huajsapata, en el caso de las pandillas, mostrando la elegancia de sus pasos y cantando con las estudiantinas. Con las tarqadas, pinquilladas y chacalladas, igualmente gozando de su alegría.

Cuando Puno danza en febrero


Por: Hugo Supo


Es casi la media noche y los diablos de Bellavista no se han cansado de saltar, ensayan los pasos que demostrarán el domingo de la Octava en el estadio Enrique Torres Belón y el día de la veneración a la Mamita Candelaria, quieren ser campeones, por eso saltan con ganas, por eso bailan con entusiasmo.

- ¡Salta diablo!, ¡salta…! se escucha en medio de la algarabía de los ensayos que se repiten casi a diario en la avenida Floral de la ciudad de Puno.

Dicen que serán más de mil los que bailen esos días, en los últimos años han consolidado la hinchada que los acompaña y los aplaude, no sólo por la tradición de Bellavista sino también por su vistosidad y fabulosidad (como ellos mismos se califican).

- ¿Por qué no te animas a bailar?, me pregunta José que hace años participa de la comparsa.
- Quizás, es cuestión de tiempo, le respondo.
- ¡Anímate!, y sigue ensayando en medio de su cansancio.

Ya hace ocho años que vivo en Puno observando la misma experiencia en el mes de febrero, no es solamente en el barrio Bellavista, los ensayos son así en toda la ciudad, más de 50 conjuntos de danzas (sólo de Puno ciudad) repiten esta experiencia antes de la Octava de la Festividad Virgen de la Candelaria.

No se con exactitud, en qué parte de la historia se inicia con la festividad, conozco que los conjuntos más tradicionales son los sikuris de Mañazo y Juventud Obrera; las Morenadas Orkapata, Laycacota, Bellavista, Independencia; las diabladas Amigos de la PNP, Bellavista, Azoguine; los doctorcitos que últimamente están de barrio en barrio y muchos más.

A ESPERAR A LAS BANDAS

Falta pocas horas para llegar al clímax de la catarsis masiva que se vive en el altiplano, y mientras yo escribo estas líneas, los alferados están en medio de sus propios ajetreos, de especial manera los encargados de recibir a las bandas de música que amenizarán a sus respectivos conjuntos.

Ya la historia ha cambiado, ya los danzarines no bailan con una sola banda, ya todos compiten por tener a las mejores y sobre todo a las más competitivas, hoy por hoy, en la Candelaria se baila con un mínimo de tres bandas, los conjuntos más tradicionales y más grandes lo hacen hasta con cinco.

Sacando las cuentas, cada alferado recibe -el viernes anterior al domingo del concurso con trajes de luces- a un promedio de quinientos músicos, ellos tienen que garantizar el hospedaje, la comida y la cerveza para todos. Un fricasé bien servido no cae nada mal para los hombres encargados de musicalizar con sus instrumentos de bronce.

HAY QUE SACAR LA COREOGRAFIA

El último sábado antes del concurso dominical de la Octava, la ciudad de Puno cambia de rostro, un silencio casi ilógico se apodera de sus calles, de pronto el bullicio de los ensayos desaparece, se traslada a otros lados diría mas bien.

Sí, la algarabía de cada conjunto se esconde del resto, es como guardar en el más íntimo secreto que utilizarás para imponerte a tus competidores, literalmente ocurre eso en las horas previas a la fiesta de la Octava, cada presidente del conjunto decide escapar a otros escenarios, ajenos a la ciudad, para afinar la coreografía que presentarán en el concurso.

He sabido de grupos que se van a las pampas de Paucarcolla, a Chucuito, a Salcedo, a Jayllihuaya, allí se gritonean si es necesario para pulir su presentación. Claro, estos ensayos ya son con sus respetivas bandas de músicos, la última práctica debe ser la mejor.

Esa misma noche, especialmente las damas, dan lo mejor de ellas en cuanto a costura se refiere para dar los retoques necesarios a los trajes que lucirán al día siguiente, siempre hay algún detalle que no ajustó el confeccionista, a apurar se ha dicho.

DOMINGO DE FIESTA

El día del concurso, los danzarines se despiertan un poco más temprano que de costumbre, lo hacen con ansias de irse al estadio, saben que de su esfuerzo dependerá la presentación de su comparsa.

Igualmente he visto madrugar a la gente ese día, forman inmensas “colas” para comprar las entradas al monumental estadio de Puno, hay familias enteras que llegan desde muy temprano para no perderse detalle alguno.

La puntualidad es un factor importante en este concurso, si existe algún conjunto que se debe presentar en calidad de exhibición debe hacerlo antes de las siete de la mañana. Los jueces son estrictos en la hora, los primeros concursantes deben presentarse a las siete.

- La hora es la hora, ni modo. Solía decir un danzarín al que le tocó participar en el primer conjunto en el año 2008.


EL CLIMAX DE LA FESTIVIDAD

El cansancio no parece sentirse el lunes de la parada, la fiesta no ha terminado, el domingo del concurso se baila hasta tarde, se liba también –para que lo vamos a ocultar- y las ganas continúan siendo el ingrediente principal para este día de veneración.

La ciudad es una fiesta completa, los negocios están a la orden del día, si hay lluvia sale los plásticos y paraguas, y si hay sol se vende viseras, comida, refresco y todo lo que pudiera ser consumido por los espectadores que toman las calles principales.

Ese día se baila hasta el final, se danza hasta más no poder, se bebe cerveza y se piensa en la Mamita Candelaria, así la iglesia diga que no, hay una fe expresada en el movimiento, la música y el folklore desde hace mucho. Y así seguirá en los años que vienen.

ES TIEMPO DE MÚSICA

Pero ahí no termina todo, la fiesta puneña apenas ha llegado a su climax, debe quedar fuerzas para el martes siguiente y aunque ya no bailarán como en la veneración, los músicos pueden exponer lo mejor de ellos en el Encuentro de Bandas de Músicos que se organiza en forma tradicional en la Plaza de Armas de Puno.

Es una magia construida a base de las melodías logradas con los instrumentos de bronce, con los platillos, los bombos y las tarolas. Aquí se miden la calidad de los grupos peruanos y bolivianos, pero más allá de la disputa, es el público que disfruta de las composiciones.

Los más experimentados directivos toman los mejores sitios para observar a las bandas en este día, quieren asegurarse a cuál de ellas contratarán para el año. Ni bien termina la fiesta, ya se piensa en la siguiente.

Y es que la Festividad de la Virgen de la Candelaria ha dejado desde hace mucho tiempo de ser estrictamente religiosa, ahora la fe se combina con toda una forma de vivir, con una forma de contagiarse de alegría y entusiasmo. Así es la catarsis de febrero.