Por: Hugo Supo
No se puede reactivar algo que estaba
desactivado por décadas como el agro puneño. Si vamos a hablar
sobre reactivación del sistema productivo, es primordial mirar con
preferencia al campo y a sus productores.
Sobre todo si casi el 50% de la
Población Económicamente Activa (PEA) de la región Puno está
dedicada a la agricultura (según censos del INEI), aunque
lamentablemente solamente a nivel de subsistencia.
Por esta realidad es que los jóvenes
migran a zonas mineras, comerciales u otros departamentos agrarios
costeros buscando mejorar sus condiciones económicas para acceder a
educación y salud.
Obviamente, dicho fenómeno migracional
tiene muchos efectos para las urbes y el campo mismo.
De manera que hay que tomar el toro por
las astas. Se trata de la descapitalización del campo que estamos
obligados a revertir durante el proceso de reactivación
postpandemia.
Porque se trata, finalmente, de nuestro
último refugio cuando de sobreviviencia se trata. ¿O no es el campo
donde hemos volteado la mirada en la emergencia, tanto para
proveernos de alimentos, hierbas medicinales o simplemente escapar de
las restricciones dictadas para las ciudades?
Por tanto, el Gobierno Regional de
Puno, aparte de reclamar más dinero al nivel central, debe
reestructurar tanto su aparato burocrático como sus presupuestos
para dedicárselos, preferencialmente, a la agricultura, ganadería y
factores conexos (seguridad hídrica, energía barata e industria).
La tecnología en base a fitotoldos ha
superado muchas vallas a este tiempo y bien podría ser alternativa
para la horticultura y hasta producción de frutas en el altiplano
(Chusamarca y sus fresas es excelente ejemplo).
Aquí volvemos a necesitar de ciencia y
tecnología para vencer los retos que la naturaleza nos presenta:
universidades, INIA, comunidad científica, etcétera. (Correo Puno
Juliaca 07/05/20 Foto: Difusión)