miércoles, agosto 01, 2012

Recursos naturales y educación


Por: Hugo Supo

Aunque el anuncio del proyecto Pasto Grande II ha sido un desatino político que podría revivir innecesariamente el conflicto puneño-moqueguano durante el gobierno de Ollanta Humala, hay una verdad que nos deja el caso y no puede dejar de decirse: si Puno no utiliza sus recursos -en este caso agua- cualquier otro lo hará tarde o temprano.

En el año 2007 salió otra alharaca por el pretendido trasvase de las aguas del río Desaguadero a favor de un proyecto hídrico en Tacna; antes y después de ello, nos han estado metiendo en la cabeza ideas tan absurdas como que Chile quiere llevarse el Titicaca.

Algo que “vende mucho” para los políticos pero que en realidad resulta un embuste, es aquello de que “las guerras del futuro serán por el agua”, ¿en serio podemos creer de que en el futuro habrá necesidad de crear guerras para tener ventaja sobre el enemigo? Chile no necesita comprar el Titicaca, pues hace tiempo que ha empezado a instalar sus piscigranjas en sus aguas y seguramente desarrolla otros proyectos ya. Dicho de otra forma, hace mucho que perdemos las batallas del futuro.

Así, lo de nosotros los puneños es algo trágico, creyendo proteger el agua como si fuera un gran tesoro que nos asegurará el futuro frente al resto del mundo. Mentira. Está comprobado que los países que más han reducido su pobreza son aquellos que han dejado de vivir de sus recursos naturales.

El hecho de tener agua dulce en abundancia debería ser una ventaja para desarrollar otras potencialidades para nuestra población, pero paradógicamente nada sabemos hacer con este recurso que “gozamos” en la varias cuencas del altiplano y amazonía puneña.

Ultimamente los dirigentes (autoridades, sindicalistas, directivos o empresarios) de pensamiento retrógrado han puesto como principal argumento de su oposición a los proyectos mineros, hidroeléctricos, etcétera; la protección del agua. En contraparte, nada han planteado como alternativa y nos han estado repitiendo de que la solución radica en un “cambio del modelo económico del capitalismo salvaje” y que la culpa de nuestra pobreza es del resto.

Cabe aqui preguntarse ¿proteger el agua de quién y para qué?, ¿las potencias mundiales están tras nuestros recursos? Claro que sí, pero ¿y entonces qué hacemos con el agua?, ¿estamos protegiendolo para levantar un monumento y cierto día declararnos capital mundial del agua dulce?, ¿estaremos bien entonces?

Hay una verdad dolorosa que hay que empezar a reflexionar: aunque Puno (vale lo propio para el Perú) tuviera las reservas de recursos naturales más grandes del planeta, en las actuales condiciones nada sabriamos hacer con éstas.

Por eso la necesidad de regresar el debate al tema educación. Quedamos pasmados cuando nuestros niñas y niños aparecen últimos en la evaluación censal del Ministerio de Educación, cuando con envidia observamos -que a diferencia de vecinos departamentos- nuestras universidades ni aparecen en los mapas de competividad, o cuando el Gobierno Regional ha bajado escandalosamente la inversión en educación en los últimos siete años (ver Correo Puno 26/07/12). Pero nada más hemos hecho, es la verdad.

Agitamos y queremos incendiar la pradera por “nuestra agua”, aunque lastimosamente no tenemos idea de qué vamos a hacer con ella. Es de suponer que a eso se habrá referido Alan García cuando escribió el conocido artículo El Perro del Hortelano.

Además, es un sinsentido luchar por los recursos naturales cuando éstos no nos asegurarán en la ruta del crecimiento. El camino es la innovación, investigación y una férrea apuesta por la competitividad.
Como diría Andrés Oppenheimer en uno de sus escritos, parece que estamos perdiendo demasiado tiempo en discutir el cambio del modelo económico en perjuicio del cómo mejorar nuestros niveles educativos.  (Publicado en Correo Puno 03/08/12)