jueves, abril 06, 2017

Cada quien con su golpista

Por: Hugo Supo

Tan fácil es indignarse contra modelos dictatoriales que las alharacas coyunturales solo aportan a la simplista moda, pero no a la defensa de la democracia como alternativa para el ejercicio de poder. Vamos a ver.
A propósito de los 25 años de aquel 5 de abril, recordado ayer en Perú, es innegable que gran parte de la opinión pública actual rechaza la decisión disolutoria de Alberto Fujimori; es pues lo políticamente correcto hoy.
Y lo incorrecto -políticamente hablando- es respaldar ese cierre del Congreso de la República y las consecuencias en el manejo económico y política antiterrorista del gobierno peruano; aunque quienes opinan así son minoría.
Al revés parece ocurrir cuando se trata del otro golpe de estado en nuestra historia republicana, el de Juan Velasco Alvarado. O cuando la gente se pone a debatir sobre los recientes acontecimientos de Venezuela con Nicolás Maduro al frente.
De manera que si de golpes se trata, gran sector de la población tiene su preferido. En el fondo ni siquiera se está en contra de los golpes de estado, son simpatías o antipatías con los golpistas nada más.
¿O cómo se explica que el sector antifujimorista -a santo de defensores de la democracia- alientan cada que pueden para que el Presidente de la República, Pedro Pablo Kuczynski, disuelva el actual Parlamento de mayoría fujimorista?
Ocurre que el concepto de democracia no está claro para los peruanos. Solo para ejemplificar, este cronista tuvo la oportunidad de entrevistar a varios líderes políticos de la región Puno para trabajos académicos, y resulta que unos pocos entienden la democracia y su funcionamiento, gran parte solo se dedica a renegar.
No quieren ver que la democracia -con todos los errores y fallas- es el único camino vigente para ejercer poder, alternativo a otros modelos que sí son perniciosos: totalitarismos, dictatura, fascismo, etcétera.
No se hagan, que aquí entre peruanos persiste el tufillo antidemocracia.