Por: Hugo Supo
En el film Batman: El caballero de la
noche, Heath Andrew Ledger, que interpreta a Guasón, revela en uno
de sus diálogos que, a diferencia de otros malhechores, con él no
se puede negociar, pues su interés no es dinero, honor, familia ni
nada. Sencillamente no tiene nada que perder ni ganar, “lo hace por
joder”, dirían algunos cinéfilos.
El historiador Francesco Guicciardini
(1483-1540) lo repitió: “Cuando luchamos contra quien no tiene
nada que perder, luchamos con gran desventaja”. Incluso Sun Tzu
había advertido, en El Arte de la Guerra, que estos personajes son
demasiado peligrosos.
Así pues, ubicándonos en el contexto
de la problemática peruana con el extractivismo actual, es notoria
la existencia de un tema mayor que los estudios de impacto ambiental,
respeto a las comunidades campesinas o similares. Nuestros guasones
no quieren negociar, su objetivo es otro.
El asunto de fondo es el manejo de la
economía, donde todavía no logramos un acuerdo nacional, ¿quién
se encarga de la economía?, ¿los gobiernos o el mercado?
A pesar de su fracaso en la URSS, el
socialismo mantuvo una fuerte influencia en el mundo, de especial
forma en Latinoamérica, en donde ha encontrado seguidores para
sostener que el intervencionismo gubernamental es la solución a
nuestros problemas.
En el caso peruano, esta corriente ha
tropezado con la ingrata experiencia de Alan I (1985-1990), periodo
que muchos preferirán olvidar, pues marca uno de los mayores traumas
en la sociedad. Asimismo, se han visto avasallados por la ola
privatista de Fujimori y el piloto automático de los gobiernos
posteriores.
De manera que su mensaje se ha
refugiado en agitar la frustración social y el antisistemismo.
Sin un modelo internacional claro ni
discurso empático en el Perú, los intervencionistas optan por
sabotear todo lo que el modelo ejecute, pues nada les queda y nada
tienen que perder.
De manera que los diálogos que se
plantean desde el gobierno para lograr proyectos mineros tendrán
poco eco y sus efectos podrían ser simples paliativos.
Es tiempo de admitir que en las
actuales condiciones estamos hablando simplemente de diálogos de
sordos. Desde el mismo modelo, falta plantear reformas grandes,
reformas que nos devuelvan la esperanza y claridad en el horizonte.
(Correo Puno 25/05/15 Foto: Internet)