miércoles, febrero 27, 2008

Voy a extrañarlos. Pero estaré mejor así

Por: Hugo Supo

No imaginé que perderlos me provocaría tanta calma, y por momentos hasta alivio. No recuerdo, -quiero decir- que no me di cuenta de cómo es que me separé de ellos. Fue un martes por la noche, como cualquiera de estas últimas semanas. Iba de camino de regreso a casa, luego de salir del trabajo, fue en ese transcurso, estoy seguro.

Un amigo me acompañaba por esas andadas callejeras de vuelta a mi cama, charlábamos de mujeres, de su reciente viaje a Lima, de nuestras pequeñas aspiraciones para el siguiente fin de semana. Hemos hablado de todo un poco.

A finales de febrero, Puno, tiene noches frías y lluviosas. Por las calles corren riachuelos de agua de alguna tormenta que suele suceder. Y era una de esas noches en las que provoca meterse rápido entre las sábanas, ver televisión, y dejar que el mundo exterior siga dando vueltas a su propio ritmo, sin nuestra presencia.

Solía fijarme mucho en los tres celulares que llevaba conmigo, y casi siempre tenia cuidado para no olvidarme de ellos, no los abandonaba. Por su parte, ellos eran mis aliados más fraternos en mi trabajo periodístico.

Pero, esa noche no me fijé, salí, caminé, hablé, reí, saludé a conocidos, pensé, y recordé malas y buenas experiencias de los últimos meses de mi vida (suelo hacerlo mientras camino). Y sólo al ingresar a casa, recordé que uso la luz de uno de esos aparatos para alumbrar en el vacío callejón, resultando que ambos nos habíamos abandonado para siempre.

Se trataba del celular que la empresa me dio para coordinar en mi trabajo, traté de recuperarlo en un par de ocasiones, pero, la nueva dueña no quiso regresármelo. El otro, que también perdí, es el que usaba para mis asuntos personales. Ambos se fueron de mí, en el segundo caso, por decisión de este servidor, quien prefirió dejarlo reciclado, hasta que quizás algún día retome su uso.

Ahora, me acompaño con el último que me queda, al que por cierto, también pienso dejar en las próximas semanas, pues me he dado cuenta que aunque es difícil sobrevivir sin ellos, podré acostumbrarme a no escuchar esos timbrecillos, muchas veces molestosos.

Según estudios hechos por científicos en Londres (Inglaterra), el uso de los celulares podría generar problemas en la salud de las personas, y hasta un futuro cáncer del que podría –imagino- no salir vivo.

Pero, más allá de mis intentos por salvaguardar mi estado de salud, prefiero pensar que dejé los celulares porque el no tenerlos me ha dado la tranquilidad que semanas antes no la tenia.

Si pues, los timbres muy bien diferenciados de los tres, muchas veces me ha dejado noches de desvelo, o me ha transportado hasta mundos de incertidumbre, cuando algún número no identificado marcaba para dejarme hablar con el silencio. Es más, me daba cierto miedo el anuncio de Telefónica, ya que a partir del cinco de abril, será más difícil memorizar otro digito en nuestros números.

Ahora no. He dejado atrás esas preocupaciones, y duermo tranquilo sin timbre que espante mis sueños, y sin el peligro de acostumbrarme a ellos, más de lo que ya estaba. Hasta siempre chicos, los llevaré en mis recuerdos hasta que decida cambiar de número.