martes, febrero 24, 2015

#ExpedienteMalditosDelCostal: El asesinato de Rony Condori Tinta (4)

Por: Hugo Supo

En el año 1809, el psiquiatría Philipe Pinel usó por primera vez el término manie sans délire, que en castellano sería una manía sin delirio. Describió así el trastorno mental de naturaleza emocional, el cual se caracteriza por la ausencia completa de restricciones en la conducta y por una falta de remordimientos.
¿Acaso con tal concepto podríamos calificar a los “Malditos del costal”? Los asesinatos de los mototaxistas José Luis Calla, Vily Mamani y Bladimir Ramos, la manera desalmada como  fueron ultimados en el lúgubre cuartucho del guardián Willy Pacha Huanca, en el grifo San Román de Juliaca, nos dice que sí.
A los psicópatas de los que ahora nos estamos ocupando les gustaba escoger fechas especiales para ejecutar sus macabros planes: José Luis fue asesinado en medio de una protesta general, Vily Mamani tras el feriado largo de Todos los Santos y Bladimir Ramos previo a las elecciones regionales del 2014. Con la cuarta víctima no fue la excepción.
Faltaba un día para la Nochebuena del 2014, el ajetreo de la gente regresó por esos días a la ciudad, los centros comerciales atendían a todo vapor, cientos de compradores se movilizaban en las calles, jaloneando sus bolsas, cual robots fabricados para ser esclavos de un sistema mercantil y despiadado.

EL CUARTO GOLPE. A todo esto, en el grifo San Román de la salida a Arequipa, el mundo giraba en base a una obsesión: la muerte.
Ese 23 de diciembre volvieron a reunirse Willy Pacha, Juan Jesús Córdova y Wilson Mamani. Cavilaron sobre sus actos anteriores y se definieron como invencibles, ya habían victimado a tres personas y nada parecía ocurrirles.
Pasado el mediodía, Willy y Juan Jesús se dirigieron al centro de Juliaca para captar a otro transportista, caminaron un tanto, estudiaron a algunos, descartaron a otros y finalmente apareció el elegido: Rony Condori Tinta (19).
Al regresar al servicentro, Wilson ya estaba esperando a sus compinches.
Rony se estacionó en el frontis del cuartito con techo de calamina y el ritual volvió. El mismo cuento de la carguita pesada, los mismos pasos, las muecas cómplices en los rostros de los asesinos, el tufillo a muerte.
Rony se agachó, Juan Jesús lo atacó por el cuello, Wilson del estómago, Willy de los pies hasta tumbarlo. Era un Deja Vu o quizás el perfeccionamiento del proceso, un crimen que se asemejaba a un acto teatral muy bien ensayado.
Todo el sadismo redundó, la soguilla en el cuello de Rony, el pie de Juan José en su espalda, las patadas en el cuerpo de la víctima, la violencia extrema descargada en la humanidad de este joven mototaxista.
El saco negro, el cuerpo dentro, el viaje a velocidad, todo estaba perfectamente planificado.

EL CADÁVER. Esa misma tarde, el cadáver de Rony Condori fue abandonado en la urbanización Saul Cantoral, por La Rinconada, una casa a medio construir fue el escenario de su velatorio a cargo de las lejanas estrellas.
Los asesinos empeñaron esta vez la mototaxi por S/.2500 nuevos soles en la urbanización Cancollani. (Continuará)