Por: Hugo Supo
“El 48,2% de los jóvenes de 15 a 29
años tienen expectativa de vivir en otro país”. Poco menos de la
mitad de los jóvenes peruanos sueña con irse a otros lares, ya sea
por mejoras económicas, estudios o contrato laboral; así de frías
son las cifras de la Encuesta Nacional de Juventud (Enajuv),
realizada por el Instituto Nacional de Estadística e Informática
(INEI), por encargo de la Secretaría Nacional de la Juventud.
Pero, esa misma encuesta nos da otros
detalles que vale la pena resaltar, por ejemplo el hecho de que según
grupo de edad, la expectativa por vivir en otro país disminuye
conforme la edad aumenta, es decir, hay una relación inversa, a
menor edad mayor expectativa por vivir en otro país: 56,3% del grupo
de 15 a 19 años, 47,8% del grupo de 20 a 24 años y 36,5% del grupo
de 25 a 29 años.
El no querer vivir en Perú no es un
tema de ahora, lo mismo que un puneño no quiere vivir en Puno o un
vilquechiqueño -por solamente poner un ejemplo- no quiere radicar en
Vilquechico. Y es que el fenómeno migratorio sigue teniendo las
mismas bases: expectativa económica, ansías de subir de estatus
social, sentido de pertenencia, etcétera.
Lo cierto es que las personas se van o
se quieren ir porque en sus lugares de orígen no encuentran lo que
necesitan o lo que hallan es insuficiente, de ahí la necesidad de
mejorar el acceso a un trabajo digno, centros de estudio y el mismo
hecho de la revaloración cultural.
La misma encuesta dice que el 45% de
los jóvenes peruanos tiene un empleo donde ganan menos de S/. 600,
por debajo de la Remuneración Mínima Vital (S/. 750);
lamentablemente esta situación se da por la informalidad laboral, y
el poco incentivo del Estado para mejorar las oportunidades de las
Mypes, generar o atraer la inversión privada grande, esa que nos
inyecte competitividad y nos lleve al crecimiento. Gran reto para el
gobierno que habló de la Gran Transformación.
La educación universitaria y técnica
está de mal en peor. En estos días que se han nombrado más de 100
“catedráticos” en la Universidad Nacional del Altiplano he
recordado un debate de cuando era estudiante, y un docente -que
curiosamente acaba de acceder al nombramiento- sostenía que la razón
de la universidad no eran los estudiantes ni la investigación, sino
dar trabajo y condiciones a los docentes para que sean guias de la
sociedad. Ha pasado el tiempo y veo que seguiremos viendo ese inutil
circulo vicioso. Los profesores universitarios han logrado la
homologación de sus sueldos con la de los magistrados del Poder
Judicial, ¿ha cambiado algo desde entonces?, ¿cambiará algo con
estos nombramientos? Lo que consuela es la pronta renovación
generacional.
En lo cultural, aún existe gente que
se averguenza de su orígen, una lamentable herencia colonial que nos
impide lograr aquello que -por lo menos en teoría- nos explica la
interculturalidad. Pero creo que esa alienación es temporal, que con
el tiempo y madurez todo ello puede cambiar para bien, ya habemos
quienes decimos con orgullo ser de Puno y aquí nos quedaremos.
Y lo mismo pasa con el resto de
aspectos, volviendo al segundo párrafo de este artículo: “la
expectativa por vivir en otro país disminuye conforme la edad
aumenta”; los pesimistas podrían decir también que cuanto más
viejos nos hacemos más resignados estamos a nuestra suerte, yo
prefiero pensar que maduramos, queremos más a la tierra y optamos
por trabajar por nuestro presente y futuro. Ahora que se vienen las
Fiestas Patrias, qué mejor patriotismo que eso. (Publicado en Correo 15/07/2012)