Por: Hugo Supo
Todavía hay quien, como la congresista
Claudia Coari, se hace de la vista gorda cuando de hablar del
Proyecto Especial Lago Titicaca (PELT) se trata. Queda entre nuestra
gente quienes no están convencidos que la disolución de esta
entidad es remedio para el embrollo en el que anda. ¿Quieren más
argumentos? Veamos un solo caso.
En el año 2012 se inició la
construcción de la “Defensa Ribereña de Yapuscachi” del
distrito sanromino de Cabana, el expediente técnico ponía tres
meses como plazo de ejecución y su presupuesto era de un millón 950
mil nuevos soles.
Estamos terminando febrero del 2014 y
la obra no ha sido concluida, no se han hecho las ampliaciones
legales, se han gastado casi todo el dinero, hay indicios de graves
irregularidades por la transgresión del expediente técnico y, lo
peor, están endeudados hasta el tuétano.
De buena fuente sabemos que el
exdirector de obras, Wilson Callo, está involucrado en todo el
irregular manejo, presumimos que con auspicio de los directores
ejecutivos que desfilaron hasta ahora.
El caso de la señora Julia Elsa
Valencia Layme es increíble, a ella, que es dueña de un grifo en
Juliaca, se le debe por 11,250 galones de combustible que
supuestamente utilizaron para la aletargada construcción. El galón
de petróleo está en S/. 14,70; hagan números para tener idea del
déficit.
Lo peor es que los proveedores, como la
señora Valencia, están siendo literalmente paseados por más de un
año con la promesa de que en algún momento se les pagará, aunque
en el PELT todos saben que no hay plata, o más bien, ya se lo
gastaron quién sabe cómo y dónde.
Unidades ejecutoras así no sirven,
están lejos de lograr las inclusiones sociales que alega Ollanta
Humala, pues lo único que se consigue es desprestigiar al Estado.
Todo este diagnóstico no hace otra
cosa que reforzar la idea de disolver el PELT, transferir lo que
ahora tiene al Gobierno Regional y cortar de raíz la mala hierba.
(Publicado en Correo Puno 27/02/14) Foto: Los Andes