miércoles, julio 29, 2020

La misma chola


Por: Hugo Supo

¿Cómo, la periferia nacional, puede participar legítimamente en el Pacto Perú anunciado por el presidente Martín Vizcarra durante su último mensaje? La convocatoria será amplia ha dicho el moqueguano, sin especificar qué implica esa amplitud.
La última vez que un presidente llamó a algo similar -Acuerdo Nacional, le decían-, el diálogo resultó siendo un té de tías del centralismo.
Las 35 políticas de Estado allí diseñadas son parte de la lírica nacional. O mejor revisemos, cuánto hemos avanzado desde 2002 en i) Democracia y Estado de derecho; (ii) Equidad y justicia social; (iii) Competitividad del país; y (iv) Estado eficiente, transparente y descentralizado.
Ahora, 18 años después, Martín Vizcarra quiere heredar una agenda programática similar: i) La construcción de un sistema unificado de salud; (ii) Garantizar educación de calidad eliminando brechas; (iii) Promover el crecimiento económico sostenible; (iv) Continuidad de la reforma política y sistema de administración judicial y (v) Lucha contra la pobreza y pobreza extrema.
Como dicen, de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno. Y ese infierno parece ser el statu quo de una república que ha mantenido las mismas condiciones de injusticia, olvido e invisivilización de sus pueblos desde el momento mismo de su fundación.
El té de tías es más bien un tubo de escape a la crisis política que acompañará a la del factor económico que hereda la pandemia.
¿Pacto Perú?, por supuesto que el país necesita de un nuevo pacto social, sin embargo, este no debe ser remedo de experiencias fallidas y mecedoras reinventadas por el establishment.
Si vamos a hablar de un pacto nacional, empecemos por convocar a los siempre olvidados del “Otro Perú” (ese 70% de peruanos que vive en economía paralela al Perú formal) que el Presidente se niega a reconocer.
Un verdadero pacto no puede ser la misma chola con diferente pollera. (Correo Puno Juliaca 30/07/20 Foto: Difusión)


miércoles, julio 22, 2020

Exceso de confianza


Por: Hugo Supo 

Todo indica que el virus que causa la COVID-19 viene a azotarnos con fuerza. El ascenso vertical de las muertes durante la última semana es el trompetazo del ángel de la muerte.
El promedio regional es de cinco fallecidos por día y, seguramente, son más porque la oficialidad despierta muchas dudas.
¿Puede frenarse este ascenso con una cuarentena focalizada de dos semanas? Francamente, es difícil lograr en 15 días lo que se ha dejado de hacer desde el 16 de marzo.
Lo escribíamos en este mismo espacio al inicio del Estado de Emergencia, necesitamos un hospital COVID-19, equipamiento en las UCI, un laboratorio biomolecular óptimo, pruebas serológicas para aplicación masiva y estrategias sociales (comunicación, educación, etcétera) para mitigar los contagios.
Poco ayudaría una cuarentena si a la par no hay testeos masivos ni nosocomios de campaña. ¿De qué valdría el encierro si cuando la gente vuelva a las calles, lo haría con las mismas actitudes de desacatamiento a las normas sanitarias?
Además, los gobernantes y la sociedad civil altiplánica (que de alguna manera se organiza para abastecer de Ivermectina y oxígeno) acaban de tener un nuevo distanciamiento. La incapacidad para generar proyectos rápidos, la burocracia y la poca voluntad de escucha son las gotas que derramaron el vaso.
De esta manera, Puno corre riesgo de vivir la misma historia letal de Arequipa, Loreto o el resto de regiones donde el virus ha barrido.
Con una economía en proceso de reactivación para evitar las otras muertes (las del hambre), es urgente la unidad social para las siguientes semanas: el Estado debe generar condiciones para vigilar el cumplimiento de las normas sanitarias básicas y el pueblo debe responder con cautela y sin excesos de confianza. No es broma, el virus está cada vez más cerca. (Correo Puno Juliaca 23/07/20 Foto: Andina)