Por: Hugo Supo
El enfrentamiento surgido en el Consejo
Regional de Puno en torno a la situación jurídica de Walter Aduviri
Calisaya devela la pobreza institucional que tienen los movimientos
políticos en esta parte del país.
No solo es el fujiaprismo, no solo la
caviarada, las múltiples izquierdas o los centristas de aquí y
acullá. La crisis nos carcome en todo lado.
Qué fácil ha desperdiciado el
movimiento “Mi Casita” el inmenso capital político que había
cosechado en las elecciones de 2018, cuando ganó contundentemente en
primera vuelta para el Gobierno Regional, municipios provinciales y
distritales. No ha pasado un año, y apenas quedan añicos de tal
organización.
Los victoriosos de la campaña 2018 se
disputan ahora parcelas de poder en el Consejo Regional, cada quien
con su argumento, portátil y equipo de troles. Atrás queda la región
prometida; hoy la cuestión es defender o atacar a Walter Aduviri.
Si este ha sido el equipo más
organizado para la campaña regional, ¿cómo han estado los
movimientos y partidos de los improvisados y camaleones que se
atrevieron a postular el año pasado? Seguramente igual o peor.
Algo que debemos comprender es que los
proyectos políticos nunca más pueden ser para cuatro, cinco años o
para ganar las elecciones. Las organizaciones de corto plazo solo
entorpecen nuestros caminos al desarrollo. Hay que volver a las
ideologías, que allí están los largos plazos.
En consecuencia, también hay que
descartar los caudillismos, es momento de rechazar a los partidos y
movimientos con nombre propio, cuyo contrabando es el populismo. Aquí
necesitamos organizaciones, no de enviados del “Tata Inti”.
Respecto al coyuntural teatro de los
consejeros regionales, es necesario hacer un llamado a la cordura en
nombre de la historia y el pueblo puneño, que sus decisiones los
devuelvan a las bases, que los alejen de sus padrinos e inversores.
Nota: Solidaridad con Liubomir
Fernández; no a la matonería de la PNP. (Correo Puno Juliaca
12/09/19 Foto: Difusión)