domingo, mayo 05, 2013

Sinceridad ante un muerto


Por: Hugo Supo
Quienes hemos tenido a la muerte cerca de nuestros seres queridos, sabemos bien que esas despedidas -dolorosas para la familia- suelen mezclarse con las ansias de figuretismo de quienes no son necesariamente amigos del difunto.
“Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad”, decía Bertolt Brecht para referirse a estos asuntos. Muy bien pues, vamos a dejarnos de cucufaterías.
Hay quienes suponen que el óbito de Javier Diez Canseco servirá para mitificarlo, llenarlo de glorias y, quién sabe, hasta insinuarlo como santo, como si la muerte fuera un borrón y cuenta nueva a los hechos terrenos, como si la inexistencia física trazara nuevamente la historia de nuestras vidas.
No nos extraña. Son esos mismos que de pasadita también buscan salpicarse con el agua bendita que ahora le echan al líder del movimiento socialista; aunque en realidad poco le ha de importar a él, los miles de mensajitos cursis y palabras fofas que le dedican -los que incluso se declaran sus admiradores- desde sus cuentas de Facebook y Twitter.
¿Qué debería representar JDC para los puneños? No mucho. Pero lo que sí debe quedar claro es que Diez Canseco fue el mentor de ese grupo que se ha dedicado a retrasar este departamento en nombre de sus “ideales”, llegando a sabotear la construcción de la Carretera Transoceánica hace ya más de 30 años y la explotación del gas de Camisea (con beneficio para todo el sur) casi por el mismo tiempo.
Son los que hoy, escudados en discursos antimineros y ambientalistas, no tienen ningún reparo para negociar candidaturas, financiamientos de sus ONG y cualquier tipo de repartija que puedan aprovechar.
No nos equivoquemos, son esos mismos que han negado al pueblo puneño sus amplias posibilidades de desarrollo en complicidad con la empleocracia local y mercantilistas capitalinos. “Idealistas” cultivados en las aulas de sociología, derecho y educación que en estos días se dedican a saquear municipalidades, el Gobierno Regional y otras oficinas más concretas como el PELT.
JDC era pues el líder de esta gente, amiga de Rosa Mavila, a quien no la olvidamos declarando en Buenos Días Perú, en el año 2011, para decir que los delincuentes más rankeados del país deberían ser enviados a Puno y aquí construirse más cárceles para castigarlos.
Así piensan Mavila y sus amigos izquierdistas nacidos en Miraflores, son una suerte de ese Vargas Llosa jovenzuelo que, en “Pantaleón y las visitadoras”, eternizó al Altiplano con el mismo concepto discriminatorio y menospreciante.
Son los abanderados de la verdad y la moral, esos que reclaman tolerancia para sus ideas y actos, pero que, cuando se trata de cualquier otro que no sucumbe a sus pensamientos, son feroces acusadores por corrupción y traición al pueblo.
Ese es el pensamiento que JDC representaba, con su izquierda pituca que se perenniza en la burocracia predicando las cifras de la pobreza, que habla del obrero, del campesino y los más necesitados, pero que no sabe de hambre ni de miseria material.
¿Hoy glorifican a JDC?, así parece, construyen la fábula y le juran seguir su ejemplo, levantan el puño izquierdo mientras estiran la mano derecha para recibir su parte; ignorando que el pueblo ya sabe que la justicia, la democracia y libertad no son principios que les pertenecen.
Y no. No hay que ser hipócritas ante un muerto, porque un muerto preferirá mil veces una crítica sincera antes que ese mar de lágrimas falsas que hoy le lloran como magdalenas. (Publicado en Correo Puno 6/05/13 )