Por: Hugo Supo
Siete años han tenido que pasar para
que el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) determine la salida
del magistrado arequipeño residente en Puno, Jorge Vicente Timoteo
Linares Carreón, de las oficinas del Poder Judicial.
El 2 de setiembre pasado se publicó la
Resolución N° 502-2013-PCNM que pone fin a la aletargada historia
del aludido abogado, por lo menos de su última y triste etapa como
vocal (hoy juez superior) de la Corte Superior de Justicia de Puno.
¿Recuerdan?, fue el mismo que
protagonizó un encendido escándalo en la comisaría Santa Bárbara
de la ciudad de Juliaca, donde quiso liarse a golpes con los policías
que lo aprehendieron por estar inmerso en un accidente de tránsito
cuando estaba ebrio.
Eso pasó el 28 de mayo del año 2007,
y a pesar de las evidencias públicas el CNM tardó demasiado en
tomar la decisión. Recién en marzo del 2013 determinó “no
ratificar” a Linares Carreón como magistrado de esta corte, esto
fue apelado y fue recién en setiembre pasado que supo del fallo
final. Mal para una institución que quiere recuperar la confianza
ciudadana.
Y las preguntas caen de maduras, ¿qué
pasó en todos estos años?, ¿por qué Linares se atrevió a
denunciar a 4 periodistas cuando no tenía moral para hacerlo?, ¿por
qué el Poder Judicial o el CNM permitió que Linares siga laborando
sin siquiera mostrar vergüenza ante la opinión pública? Estado de
derecho le llaman, nadie es culpable hasta que se demuestre lo
contrario le dicen para justificar la pereza burocrática del sistema
judicial.
Hoy la decisión no deja buen sabor, al
contrario arrastra ese tufillo tan criticado que hace famoso y
desacreditado a congreso nacional: otorongo no come otorongo.
Si el sistema judicial quisiera en
realidad recuperar la confianza del pueblo, tendría que esforzarse
en separar las manzanas podridas de las buenas, tanto tiempo para
este dictamen nos hace sospechar de una suerte de amnesia
institucional intencionada para con los malos ejemplos que deberían
ser sancionados (en su momento) de manera ejemplificadora.
De paso, el CNM coloca en sus
resoluciones un sutil disimulo para hacer quedar a Linares como un
juez “no ratificado” cuando en realidad debió ser “despedido
del puesto” como a cualquier otro ciudadano le hubiera pasado con
sus empleadores.
De eso se trataba, de dar ejemplos, de
hacer ver que el sistema sí funciona, de lanzar el mensaje de que la
justicia actúa igual para todos, lamentablemente eso no ha pasado en
este caso. (Publicado en Correo Puno 14/10/13)