Por: Hugo Supo
Esos localismos inútiles entre Puno y
Juliaca que hemos visto durante las elecciones 2014 son
superficiales. Si nos ponemos una mano al pecho sinceraremos que
ambas ciudades son producto del empuje de -nosotros- los migrantes.
Es muy poca la gente que podría
argumentar de manera sólida ser originariamente de tal o cual urbe,
quizás podríamos ser de una segunda o tercera generación, hasta
ahí es aceptable, pero hablar de juliaqueños y puneños es de
fanáticos.
No tendría nada de malo por cierto si
el orgullo local contribuyera a la mejora de sus ciudadanos, pero el
caso nuestro es distinto. El juliaqueñismo/ puneñismo obliga a
hablar de un antijuliaqueñismo y el antipuneñismo, eso excluye, nos
divide.
Pero la mejor muestra de nuestra
categoría de migrantes son los últimos presidentes regionales de
Puno: David Jiménez de Chucuito, Hernán Fuentes de Azángaro,
Mauricio Rodríguez de Carabaya y, ahora, Juan Luque de Azángaro
nuevamente. Ninguno de Juliaca, ninguno de Puno.
Hemos encontrado de esta manera un
punto de unidad entre juliaqueñistas y puneñistas: no somos de
aquí, sino de allá.
¿Qué otros puntos comunes podemos
hallar? Es una tarea pendiente para una ciudadanía responsable, es
urgente encontrar estos engranajes de unidad para aprovechar nuestras
potencialidades y caminar hacia un verdadero regionalismo como
respuesta al centralismo.
Por ahora, Juan Luque, el nuevo
presidente, tiene la gran oportunidad de potenciar la
descentralización regional. Una subsede del Gobierno Regional en la
ciudad de Azángaro o la promoción del parque industrial regional
para esas pampas sería buen inicio. (Publicado en Correo Puno
22/12/14 Foto: Internet)