Por: Hugo Supo
Demasiado pronto para que el gobernador
de Puno, Walter Aduviri Calisaya, haya perdido tanta credibilidad
ante la ciudadanía. No ha pasado ni medio año y la población ya no
está dispuesta a creerle.
Se nos dijo “cero corrupción” e
inmediatamente se filtraron audios y documentos con indicios de
manejos irregulares en licitaciones y contrataciones de personal.
Se nos dijo que había un equipo
técnico que garantizaba el desarrollo del Plan de Gobierno, pero
luego se reveló que eso es de fantasía. Lo que existe, son apenas
bachilleres y novatos que incluso fueron observados por la
Contraloría General de la República.
Se nos dijo que el gobernador tenía
experiencia en gestión pública, pero resulta ni idea tiene sobre
“delegar funciones”. En este tiempo, la propaganizada experiencia
la ha volcado para simularse capataz, haciendo inspecciones
madrugadoras y noctámbulas.
Y todos estos aspectos nacen de la
misma boca del líder aimara, nadie le ha obligado a causar esas
expectativas.
Sin embargo, no solamente se ha tratado
de la boca del gobernador regional puneño, mucho tienen que ver
también los técnicos que lo asesoran.
Hace pocos días, un acelerado Walter
Aduviri anunció la nulidad del contrato para la construcción de la
carretera San Juan de Salinas – Chupa (Azágaro). ¿Basado en qué?
En una simple opinión legal. Por ahora, su anunciada nulidad no va.
Y ahora resulta que el gobernador fue
engañado sobre la calidad de las columnas del estadio Guillermo
Briceño Rosamedina. El estudio con el que rechazó instalar el
sistema de iluminación es un fiasco. Las columnas están bien según
el ingeniero Rubén Tamayo.
Esto resquebraja la relación política
con la ciudad de Juliaca. Y Juliaca no suele perdonar a quienes le
fallan. Tiempos difíciles son los que vienen. (Correo Puno Juliaca
16/05/19 Foto: Difusión)