jueves, agosto 31, 2017

Migración y ciudadanía en Juliaca

Por: Hugo Supo

El Perú vive una permanente revolución, la cual será posible comprender solo a largo plazo. No son las armas de Sendero Luminoso, los partidos políticos, la iglesia o las ONG las que lideran este levantamiento, cuyos avatares son más bien silenciosos y representan el hecho más trascendental después de 300 años de Colonia y casi 200 de República: el desborde popular del Perú andino, que ha logrado cambios estructurales significativos y promete una próxima refundación republicana.
El antropólogo José Matos Mar expone lo que ha llamado “la historia corta del Perú”, para referirse al periodo 1940-2010, cuando las migraciones internas se han intensificado, haciendo posible un nuevo rostro del Perú contemporáneo, basado en el indio que ha conquistado ciudadanía en Lima y ciudades costeras importantes.
“Estos migrantes no solo transformaron Lima sino, en una hazaña impresionante, iniciaron la integración física, social y cultural de sus regiones, gestando enlaces necesarios para que un gran capital humano de hombres y mujeres, como un tejido multicolor, contribuya a formar la sociedad nacional andina”, dice Matos Mar al resaltar la migración pendular que estamos viviendo.
La migración pendular se refiere al ir y venir de las personas; en el caso puneño, la gente parte de sus comunidades, pero no lo hace para siempre, al contrario, cada que puede vuelve con cualquier excusa, ya sea a fiestas patronales, motivos de familia, negocio o trabajo.
Este singular fenómeno ha reconformado el país a nivel cultural, aunque los resultados en el aspecto político todavía son invisibles, es posible diseñar el camino a un nuevo pacto social, alejado de la república criolla, cuya influencia se ha conformado con emular el modelo colonial discriminante. Dependerá de la agenda de los nuevos políticos en Lima y provincias.

CAPITAL DE LA INTEGRACIÓN ANDINA. En todo este contexto, Juliaca es una particularidad en el sur, pues aunque no se trata de una ciudad costera donde el desborde se ha vivido con mayor notoriedad, su historia está íntimamente ligada a la migración indígena. Se trata de una localidad intermedia que, según datos del INEI, supera fácilmente los 300 mil habitantes (al menos así fue hasta la conformación del nuevo distrito de San Miguel), pero es posible que llegue al medio millón de personas si incluimos a los flotantes.
Juliaca, y ahora San Miguel, constituyen el centro urbano más grande del Altiplano peruano, pero por esa misma condición tienen problemas de fondo que las autoridades ediles, regionales y del Estado central no han podido solucionar.
El caos y la informalidad campean, trayendo como consecuencia males como el crimen organizado, economías ilegales, carencia de servicios básicos, corrupción y otros. ¿Cuál podría ser el problema? Otra vez, es necesario analizar la realidad en el largo plazo.
Para empezar Juliaca, a diferencia de las ciudades costeras influidas por la migración, carece de una herencia colonial. Entiéndase que la estructuración de su cultura citadina parte recién desde la República, diferente a los casos de Arequipa o Lima, donde los migrantes indígenas han llegado y se han topado con una urbanidad ya establecida.
Esto podría explicar por qué muchos migrantes se adaptan a las normas del resto de ciudades, pero no en Juliaca. Ocurre que, según la Antropología, cuando el campesino migra, también lo hace con sus costumbres comunales, aunque al desenvolverse en una urbe joven como Juliaca, lo que parece ocurrir es más bien un desborde de personalidad, el migrante se siente con la libertad de comportarse como puede y escapar incluso a la herencia cultural comunitaria para internarse en una especie de jungla.
Enseguida, debemos referir algunos intentos de formación de la cultura citadina local. La más trascendente es lo hecho por los hermanos Cáceres Velásquez, quienes han fijado el rumbo juliaqueño basado en el antipuneñismo . Esto no es nuevo, cuando existe una sociedad tan diversa, las personas suelen juntarse por regionalismos, localismos y agendas similares.
Pero el localismo calcetero tiene techo, similar a Juliaca, la ciudad rival (Puno) también ha sido reconformada por migrantes e incluso la perspectiva regional ha variado en forma paralela a la indianización de la política .
Lo interesante es que siendo tan lozana, Juliaca tiene la posibilidad de diseñar rumbos superiores para los próximos años, una vez que se reconozca como una autentica capital de migrantes, de manera que se pueda mirar con optimismo una homogeniedad cultural basada en la diversidad. 
Claro está, las élites tendrían que personalizar este pensamiento y convertirlo en agenda, para transformarlo en planes operativos de urbanismo, crecimiento poblacional, dotación de servicios, ordenamiento del comercio y transporte. Difícil tarea, pero no imposible. (Colaboración a la revista Pusaq de la Red de Periodistas de Juliaca/ agosto de 2017)