domingo, junio 02, 2013

En campaña permanente

Por: Hugo Supo 

La carrera electoral es una pugna feroz e incesante, los políticos están siempre en competencia, no importa que ayer hayan sido elecciones, nuestros caudillos saben que no hay que detenerse, que la campaña no ha terminado ni lo hará. Que hay que prometer, sonreír y saludar con el brazo levantado.
Por eso mentir es fácil para los políticos, por lo menos de una inmensa mayoría, todos ellos se han acostumbrado a vivir en una eterna carrera que los condena a estar pensando siempre y antes que nada en el voto.
En esa lógica, todo lo que hacen los políticos está computado, ¿no se han fijado en el “animal político” más prominente de la historia peruana reciente? Alan García pareciera calcular hasta en el modo de llevarse una servilleta a la boca; se ha convertido en algo irreal, inhumano, un robot.
Estos políticos son instrumentos de sus propias ambiciones, unos con más tino que otros, han desarrollado el sentido de la oportunidad y nunca desaprovechan para hacerse notar en cualquier asunto que implique ganar un simpatizante.
Eso le pasa al excongresista puneño Yonhy Lescano, el acciopopulista que sueña con ser candidato a la Presidencia del Perú, y como tal, trabaja incansablemente para marketear su nombre y rostro.
Hay que confesar que Lescano ha parecido siempre simpático y oportuno ante el reclamo de cualquier sector de la población, pero he ahí precisamente el motivo de la desconfianza que debería implicar este personaje.
Lescano es peligrosamente indefinido. Va a donde la corriente lo lleva. Lo ha demostrado muchas veces. Desde el conflicto ilaveño del 2004, que culminó con el asesinato del alcalde Cirilo Robles. O como cuando entre sus propuestas de campaña decía en el año 2010 que se opondría al proyecto hidroeléctrico Inambari, pero ¿acaso es posible que la oposición a algo sea una propuesta sería? No hay duda de que hablaba aturdido por el olor de la masa.
También cuando se convirtió en protector del mal recordado Walter Aduviri haciendo berrinche en el set de Panamericana Televisión, mientras callaba la otra verdad; esa que sufre el pueblo de Huacullani al habérsele castrado en la posibilidad de negociar un mejor destino con la minería.
Peor cuando se apareció en el primer operativo (fracasado) de La Parada en Lima, y del cual fue echado por los propios comerciantes al ser tildado de oportunista.
Más triste fue su intervención en la Comisión de Fiscalización, primero votando a favor del blindaje a Toledo, y un par de días después cambiando de posición, hasta exigir que el mismo Parlamento apruebe la investigación contra su aliado.
Así es Lescano, un tipo al que le encanta aparecerse en cualquier toma de local, bloqueo de puente o alguna pachotada que se convoque por algún hijo de vecino.
La semana pasada fue un capítulo más de ese afán figuretista, al enterarse de que los trabajadores estatales habían convocado a un paro de 48 horas, fue inmediatamente a decir que la Ley de Servicio Civil no puede pasar porque es inconstitucional.
No se puede hacer política así, arrastrados por la coyuntura, y sobre todo para un congresista, que no solo está para defender a grupos que protestan, sino, por encima de todo, defender los intereses de la población, de ese Perú que -por ejemplo- pide a gritos avanzar en la reforma de la administración del Estado que ahora está secuestrada por la empleocracia. (Publicado en Correo Puno 03/06/13)