sábado, septiembre 08, 2007

El amigo que fue alcalde

Por: Hugo Supo

El hambre era insoportable aquel medio día. Ardiente sol, cielo despejado, y un camión cisterna regando la cancha de tierra para evitar que el polvo se levante. Alzó la mirada una vez mas, como buscando a alguien y caminó unos diez pasos. Volvió a mirar entre la gente, pero no encontró lo que buscaba.

De pronto sonó el timbrecillo del celular, descolgó el aparato, escuchó, levantó la mirada al fondo de su costado derecho y se puso a caminar otra vez. Esta vez si sabía a dónde dirigirse.

El polvoriento campo y el incesante calor se habían puesto de acuerdo para darle molestias. Claro, él también contribuyó a ese momento, con una casaca negra que se puso en la madrugada para combatir el frío.

Se dirigió a una tienda dentro del campo ferial en la que vendían comida y bebidas. Y tal como lo había sospechado, sus amigos, conocidos y desconocidos hasta ese momento; estaban refrescando esas agotadas gargantas con bebidas hechas a base de cebada y lúpulo.

Lo llamaron, saludó, y se dispuso a sentarse un momento con los demás. Una cerveza le llegó a sus manos, un vaso también – como se acostumbra en el altiplano-, se sirvió hasta la mitad del vaso y bebió.

De pronto se encontró en medio de carcajadas y bromas de los en ese momento presentes. El ex alcalde contaba sus experiencias y aludía a una actual autoridad en sus andanzas de mozuelos. Contaron de todo, pasando por la política, hasta llegar a sus aventuras eróticas.

A él le sorprendió un poco aquellas actitudes, esas historias que sin duda cambiaron la imagen que mantenía hasta ese momento de esas personas. No los criticó, por el contrarió los escuchó, como queriendo descubrir que no eran diferentes a él, a sus andanzas.

Y al ex alcalde se le ocurrió abrir la boca, narró paso a paso, como en una noche de fiesta –cuando aún era alcalde- un amigo suyo le llevó a inaugurar un prostíbulo en esas calles de su natal.

Me sorprendió, dijo, riéndose a carcajadas la ex autoridad. Cuando la cerveza le llegó otra vez, tomó el vaso, se sirvió algo lleno, y dijo un “salud” por el motivo de conocernos. Sus historias continuaron.

Ese prostíbulo que al final no fue inaugurado por el ex alcalde (porque tuvo que cuidar apariencias siendo autoridad de tan importante ciudad), fue quemado por una enardecida turba hace como un año atrás, recordaron todos. Las carcajadas volvieron a escucharse en la amplia tienda.

Los allí presentes siguieron contando sus experiencias, pero, él tuvo que retirarse, pues pronto había de partir a otra ciudad. Se despidió. Caminó y pensó: Las cosas que nos vamos enterando cuando otros se dejan saciar por el alcohol.