Por: Hugo Supo
Ganar en primera vuelta en las
elecciones regionales del año pasado le generó a Walter Aduviri
Calisaya un potencial envidiable en el escenario político nacional,
incluso ya había asomado débilmente en las encuestas de hombres
presidenciables y, eso, no es poca cosa.
Cualquiera con algo de tino político
hubiera reforzado dicho potencial y maximizado su liderazgo, sobre
todo en un terreno difícil como el sur, donde él fue el único que
había logrado avasallar en primer vuelta, bien posicionado frente a
otros caudillos regionales como el también aimara Juan Tonconi o
Elmer Cáceres Llica.
Pero -amigos lectores- habrán sacado
cuentas del escaso tino que tiene el gobernador puneño, quien
durante estos meses, increíblemente, se ha dedicado a desperdiciar
dicho potencial para insistir en una aventura caudillesca.
El episodio del Aimarazo ha hecho
sobresalir en Aduviri una personalidad egocéntrica, donde él es
quien decide y manda, es protagonista del Inkarri; aunque por
estrategia judicial pueda jurar y rejurar que su política es “mandar
obedeciendo”.
Lo malo es que el caudillismo de
Aduviri arrastra también a la población puneña. Lamentablemente,
nos hemos visto aislados de espacios importantes como la Mancomunidad
del Sur, la cual no solamente debería considerar la agenda puneña,
sino reinvindicarla en calidad de primordial por todo lo que Puno
representa para el sur. ¿O no es que los puneños estamos en todo
lado?, ¿o no es que los recursos estratégicos están aquí?
¿Qué es lo que impide a Aduviri
participar en las reuniones de Mancomunidad?, ¿celos de otros
gobernadores?, ¿falta de tiempo?, ¿incapacidad?
Regresando a la idea del potencial que
poseía Walter Aduviri a inicios de 2019, debió ser él quien
promueva la formación del bloque sureño, él quien convoque a sus
pares regionales, él quien propusiera una agenda del sur; pero le
ocurre lo que es usual con los caudillos: está obnubilado con su
podercito. (Correo Puno Juliaca 25/07/19 Foto: Difusión)