Por: Hugo Supo
El conjunto
Chunchos de Esquilaya (Ayapata) denuncia discriminación en la
Federación Regional de Folclore y Cultura de Puno.
El lío es porque se impidió la
calificación de esta danza el domingo 9 de febrero, generando
descontento entre los integrantes del conjunto y espectadores.
El presidente de la Federación de
Folclore y Cultura, Jorge Ramos, dice que su participación es en
calidad de “invitado” por haber ganado el concurso originario en
la Candelaria 2019.
Pero es una justificación débil,
tomando en cuenta que después de algunos reclamos, los puntajes
salieron “por arte de magia”. Si las bases ordenaban obviar la
calificación, ¿por qué el presidente Ramos Loaiza incumplió dicha
norma haciendo que el puntaje sea público?
Y en una mirada más amplia, hay doble
rasero cuando de danzas originarias se trata, porque lo políticamente
correcto es señalar que la Festividad se sustenta en lo originario,
aunque en la práctica la discriminación es una obviedad.
¿O acaso no es discriminatorio
“premiar” a los ganadores del concurso autóctono permitiéndoles
participar en los concursos mestizos de la Octava?, ¿Por qué
también no se “premia” al ganador de la Octava haciendo que
participe en el siguiente concurso autóctono?
Es el enfoque el que está fallando y
los federados necesitan una reingeniería a la hora de mirar el
futuro de la fiesta.
Caso contrario, seguiremos en
discusiones tontas como que Perú plagia danzas a Bolivia, cuando hay
tanta riqueza de cultura viva entre nuestros pueblos.
¿Existe discriminación en la
Federación? Claro que sí. Y no solo en esta institución, sino
inclusive en la misma población y las entidades de gobierno que
tratan diferente a uno y a otro grupo.
Ojalá se supere pronto el incidente de
los Chunchos de Esquilaya, y después los puneños debemos
plantearnos trabajar para alcanzar algunos objetivos concretos; por
ejemplo, presentar una festividad más diversa y original con ocasión
del Bicentenario republicano. (Correo Puno Juliaca 13/02/20 Foto:
Difusión)