lunes, febrero 01, 2016

Candelaria 2016

Por: Hugo Supo

Qué desalentador es cuando los paisanos nos alegramos de nuestras propias desgracias. Es despreciable. Varios opositores del alcalde puneño -por el solo hecho de ser opositores- saltan de alegría por el arruinado negocio de la concesión de palcos para la veneración y parada en honor a la Virgen de la Candelaria programada para el 8 de febrero. Esbozan una sonrisa guasona y se declaran paladines de la lucha anticorrupción por frustrar el aparente mal negociado que hicieron las autoridades ediles, los directivos de la Federación Regional de Folclore y Cultura, y una infeliz empresa limeña que era favorecida con la venta de butacas.
¿Pero debemos de alegrarnos por esta situación?, ¿acaso esta improvisación organizacional no refleja también la incultura nuestra? Porque la incertidumbre que provoca esos desavances, la probabilidad de una desastrosa octava, en realidad, nos incluye a todos.
Este columnista a diferencia de otras opiniones, no ve con malos ojos el ingreso de una empresa privada que nos ayude en la organización de la fiesta patronal, por el contrario, hasta podría ser una oportunidad de superar las taras que arrastramos desde hace décadas, aunque hay que ser igualmente duros con el alcalde, Iván Flores, por no saber hacer las cosas.
Un grupo de periodistas puneños interesados en mejorar, estamos empapelando desde antes de la festividad anterior a los responsables de la organización.
“Evaluemos”, “planifiquemos”, “organicemos”, “conversemos”, “adelantemos situaciones” y cosas por el estilo, son como estribillos que hemos ido repitiendo ante las autoridades.
Qué interesante hubiera sido que el burgomaestre Flores escuchara, así, podría haber convocado a una selección limpia para los servicios que la festividad requiere desde hace seis meses mínimamente. O que antes, la presidenta de la Federación Regional de Folclore, Yenny Silva, definiera con sus directivos la ruta de la parada. ¿Se imaginan cuánto se avanzaría?
Con ruta definida a tiempo, se prevé seguridad, concesión de escenario, ensayos, flujo vehicular, campañas de sensibilización, promoción y estabilidad organizacional. Como notarán este año no ha sido posible, lo cual nos obliga a insistir.
Y a quienes ahora sonríen por las desgracias de los organizadores, respiren un poco, que esos fracasos también son los nuestros. (Correo Puno-Juliaca 01/02/16 Foto: Internet)