Por: Hugo Supo
Qué desalentador es cuando los
paisanos nos alegramos de nuestras propias desgracias. Es
despreciable. Varios opositores del alcalde puneño -por el solo
hecho de ser opositores- saltan de alegría por el arruinado negocio
de la concesión de palcos para la veneración y parada en honor a la
Virgen de la Candelaria programada para el 8 de febrero. Esbozan una
sonrisa guasona y se declaran paladines de la lucha anticorrupción
por frustrar el aparente mal negociado que hicieron las autoridades
ediles, los directivos de la Federación Regional de Folclore y
Cultura, y una infeliz empresa limeña que era favorecida con la
venta de butacas.
¿Pero debemos de alegrarnos por esta
situación?, ¿acaso esta improvisación organizacional no refleja
también la incultura nuestra? Porque la incertidumbre que provoca
esos desavances, la probabilidad de una desastrosa octava, en
realidad, nos incluye a todos.
Este columnista a diferencia de otras
opiniones, no ve con malos ojos el ingreso de una empresa privada que
nos ayude en la organización de la fiesta patronal, por el
contrario, hasta podría ser una oportunidad de superar las taras que
arrastramos desde hace décadas, aunque hay que ser igualmente duros
con el alcalde, Iván Flores, por no saber hacer las cosas.
Un grupo de periodistas puneños
interesados en mejorar, estamos empapelando desde antes de la
festividad anterior a los responsables de la organización.
“Evaluemos”, “planifiquemos”,
“organicemos”, “conversemos”, “adelantemos situaciones” y
cosas por el estilo, son como estribillos que hemos ido repitiendo
ante las autoridades.
Qué interesante hubiera sido que el
burgomaestre Flores escuchara, así, podría haber convocado a una
selección limpia para los servicios que la festividad requiere desde
hace seis meses mínimamente. O que antes, la presidenta de la
Federación Regional de Folclore, Yenny Silva, definiera con sus
directivos la ruta de la parada. ¿Se imaginan cuánto se avanzaría?
Con ruta definida a tiempo, se prevé
seguridad, concesión de escenario, ensayos, flujo vehicular,
campañas de sensibilización, promoción y estabilidad
organizacional. Como notarán este año no ha sido posible, lo cual
nos obliga a insistir.
Y a quienes ahora sonríen por las
desgracias de los organizadores, respiren un poco, que esos fracasos
también son los nuestros. (Correo Puno-Juliaca 01/02/16 Foto:
Internet)
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