domingo, mayo 31, 2009

El indigenismo a medio camino


Por: Hugo Supo

La Cuarta Cumbre Continental de Pueblos y Nacionalidades Indígenas del Abya Yala que hoy se ha clausurado en la ciudad de Puno, nos ha clarificado el largo camino que aún queda por recorrer en la reivindicación de la cultura andina.

En el altiplano peruano particularmente, estos días hemos sido concientes de que nuestros problemas de aquí, también son vividos por gente de allá, no somos diferentes en ese aspecto. En el resto de América, como en Puno, se han transgredido los derechos de los pueblos, cuando los estados han preferido a las empresas transnacionales en lugar de impulsar el desarrollo de las comunidades campesinas y naciones originarias (con todo lo que ello implica).

Esa diversidad reunida desde el 27 de este mes en el campus de la Universidad Nacional del Altiplano (UNA) Puno nos ha enseñado eso hasta el momento, podríamos decir después de esta cumbre, que somos tan distintos (por la cultura) como iguales (en exclusión).

Y lo que también nos ha revelado este evento es el poco interés que están dispuestos a prestar los medios de comunicación de la capital peruana a estos sectores de la sociedad. Sólo por poner un ejemplo, la estatal agencia Andina sólo registró una sola nota sobre la inauguración y nada sobre el desarrollo de la cumbre; lo mismo pasa con el resto de medios llamados grandes.

Es por eso que los indígenas reunidos a orillas del Lago Titicaca han tenido que conformarse con la cobertura local (amplia por la trascendencia), la de medios financiados por ONGs y alguna que otra agencia internacional interesada en el fenómeno indígena en América Latina.

Por otro lado, en cuanto a propuestas se refiere, los discursos han sido un tanto repetitivos en las mesas temáticas, casi todos los participantes coincidieron en la victimización del indígena, en la queja; pocos han resaltado la necesidad de diseñar un plan a gran escala que lleve a los indígenas hasta donde puedan hacer algo por ellos mismos: al poder.

En este último aspecto, las experiencias ecuatorianas y bolivianas, han sido por supuesto, las más importantes, puesto que en dichos países la organización indígena ha logrado constituir los estados plurinacionales, un paso más a la verdadera democracia.

¿Y qué son los estados plurinacionales?, son pues aquellos países en los que la constitución empieza por reconocer la diversidad de culturas y pueblos que conviven en su jurisdicción, haciendo constar que no es suficiente respetarlas, sino también incluirlas en sus procesos de desarrollo, algo lejanísimo en el Perú.

Hemos escuchado a Miguel Palacín, coordinador general de la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas (CAOI), decir que el reto más próximo es constituir una Organización Mundial de Pueblos y Nacionalidades Indígenas, paralela a la ONU, lo que sin duda es saludable, pero también trae a colofón otras reflexiones como si los gobiernos estarán dispuestos a trabajar junto a esa nueva organización, veamos nomás lo que ocurre actualmente, el ejemplo de la cobertura mediática es un sólo un caso para clarificar este tema.

En realidad este tema lo habíamos advertido antes de la cumbre, cuando a los organizadores de Puno les planteábamos la necesidad de que alguien del otro lado (entiéndase gobernantes y empresarios) los escuchen, de lo contrario se corría el riesgo de que la cumbre se convierta en una reunión de sindicalistas, como parece ahora ocurrir.

Y lo ratificamos: ¿Cuál de los presidentes (a excepción de Evo Morales) u organizaciones del mundo se han pronunciado hasta el momento? Nadie. Eso desalienta de todas maneras en el camino de construir organizaciones, a las que da la sensación que nadie les hace caso, más que entre ellas mismas.

En cuando a Puno se refiere, hemos visto con un poco de desilusión que seguimos siendo motivo de aplausos por la diversidad y riqueza cultural que poseemos desde siempre, pero no de las propuestas políticas que debieron salir desde los pobladores altiplánicos.

Cuando los niños indígenas participaron de la inauguración principal, en la avenida Costanera de Puno, los representantes puneños se limitaron a recitar poesías y cantar alabanzas a la Pachamama, lo cual no está mal, pero hubiera sido mejor si esos niños fueran producto de alguna escuela ideológica nacida del indigenismo. Tarea ardua para los promotores de esta corriente.

En fin, esta cumbre que hoy termina nos deja lecciones importantes, como la carencia de líderes en nuestros pueblos, personas que canalicen para hechos concretos esas ansias de desarrollo y de ser escuchados que hemos podido notar en esta reunión.

Como también la capacidad de organización y de presentación de ciudad que ha sido revelada con la cumbre, pues aunque las críticas han sido condescendientes a los puneños, es bueno admitir que hubo muchas fallas a nivel de protocolo, desarrollo de ejes temáticos y cumplimiento de cronogramas, que no por ser indígenas no lo tenemos que saber.

Finalmente, hay que decir que vamos a tener que esperar las conclusiones de la cumbre para tener mayor amplitud de análisis sobre el evento. Lo que es innegable es que la IV Cumbre Continental de Pueblos y Nacionalidades Indígenas del Abya Yala abrió un espacio de discusión sobre la participación de los indígenas en la vida política, pero de ahí hasta llegar al poder es un largo trecho que tendremos que caminar.