Por. Hugo Supo
Fue una noche de viernes rutinario, recibí las acostumbradas invitaciones para emborracharme en algún bar de la ciudad, pero –como ya es común- puse mil excusas para no asistir a las citas. Cansado como me encontraba, decidí irme temprano a la cama.
Una película de terror que no espeluznaba a nadie, comida chatarra embolsada para calmar mis bulliciosas vísceras, un poco de vino para bajar el sebo, en fin… era simplemente un viernes tradicional, en el que había decidido sumarme al aburrimiento, mientras era conciente que otros se divertían donde antes yo lo hacia.
Lo interesante es que, ahora que vivo solo, soy vecino de varios y varias estudiantes que usualmente nunca están en noches como la que les relato. Al lado derecho de mi habitación vive una vecina de la que lamentablemente desconozco su nombre y para ser sinceros sólo tengo sospechas de conocer su rostro.
Llegó ella a media noche, el sonido que hacían sus tacos en el silencio del callejón hizo que me despertara, noté que no venia sola, sus murmuraciones la delataron. Era acompañada de por un joven, supongo su pareja.
Con los tragos encima, tuvieron un momento romántico. Caricias por aquí y por allá, palabritas dulces al oído y sonados besos que se hicieron escuchar hasta mi lugar. Luego lloraron, y ambos se prometieron amor eterno.
- No llores mi amor, nunca te voy a dejar. Recuerdo que dijo ella.
- Prométemelo. Insistió un par de veces él.
Para ese momento, ya los minutos se habían acelerado y el reloj de mi celular marcaba casi las dos de la madrugada. Un momento de silencio me trajo la esperanza de que los borrachos se hubieran quedado adormecidos.
Empero me equivoqué. A continuación, ella salió de la habitación, caminó al baño que se ubica al final de callejón, mientras él esperaba en la cama que esa noche compartirían.
Diez minutos después, el sueño se me espantó definitivamente, pues si antes eran las murmuraciones las que no me dejaban descansar, esta vez eran sonidos más fuertes, llenos de excitación y sensualidad mujeril.
No estuvo mal para él, cualquier mujer hubiera quedado satisfecha después de una faena así, me alegro por ellos. Lo que no me pareció simpático es que los gemidos de mi vecina eran acompañados de un sonido terrible que provenía del mismo cuarto y de la misma cama alcahueta.
Era el catre que no dejó de sonar en todo lo que duró su acto sexual. Por momentos sospecho que lo hacían intencionalmente para invitarme a participar. Es imposible no haberse dado cuenta de mi presencia al otro lado de la habitación.
Pero me sacudiré de las dudas, la próxima vez que vea a mi vecina se lo preguntaré personalmente, ya que esta es la tercera vez que hace lo mismo.
Fue una noche de viernes rutinario, recibí las acostumbradas invitaciones para emborracharme en algún bar de la ciudad, pero –como ya es común- puse mil excusas para no asistir a las citas. Cansado como me encontraba, decidí irme temprano a la cama.
Una película de terror que no espeluznaba a nadie, comida chatarra embolsada para calmar mis bulliciosas vísceras, un poco de vino para bajar el sebo, en fin… era simplemente un viernes tradicional, en el que había decidido sumarme al aburrimiento, mientras era conciente que otros se divertían donde antes yo lo hacia.
Lo interesante es que, ahora que vivo solo, soy vecino de varios y varias estudiantes que usualmente nunca están en noches como la que les relato. Al lado derecho de mi habitación vive una vecina de la que lamentablemente desconozco su nombre y para ser sinceros sólo tengo sospechas de conocer su rostro.
Llegó ella a media noche, el sonido que hacían sus tacos en el silencio del callejón hizo que me despertara, noté que no venia sola, sus murmuraciones la delataron. Era acompañada de por un joven, supongo su pareja.
Con los tragos encima, tuvieron un momento romántico. Caricias por aquí y por allá, palabritas dulces al oído y sonados besos que se hicieron escuchar hasta mi lugar. Luego lloraron, y ambos se prometieron amor eterno.
- No llores mi amor, nunca te voy a dejar. Recuerdo que dijo ella.
- Prométemelo. Insistió un par de veces él.
Para ese momento, ya los minutos se habían acelerado y el reloj de mi celular marcaba casi las dos de la madrugada. Un momento de silencio me trajo la esperanza de que los borrachos se hubieran quedado adormecidos.
Empero me equivoqué. A continuación, ella salió de la habitación, caminó al baño que se ubica al final de callejón, mientras él esperaba en la cama que esa noche compartirían.
Diez minutos después, el sueño se me espantó definitivamente, pues si antes eran las murmuraciones las que no me dejaban descansar, esta vez eran sonidos más fuertes, llenos de excitación y sensualidad mujeril.
No estuvo mal para él, cualquier mujer hubiera quedado satisfecha después de una faena así, me alegro por ellos. Lo que no me pareció simpático es que los gemidos de mi vecina eran acompañados de un sonido terrible que provenía del mismo cuarto y de la misma cama alcahueta.
Era el catre que no dejó de sonar en todo lo que duró su acto sexual. Por momentos sospecho que lo hacían intencionalmente para invitarme a participar. Es imposible no haberse dado cuenta de mi presencia al otro lado de la habitación.
Pero me sacudiré de las dudas, la próxima vez que vea a mi vecina se lo preguntaré personalmente, ya que esta es la tercera vez que hace lo mismo.
9 comentarios:
Yo en tu lugar algún día que ella vaya sola le hiciera comentarios así medio en broma medio en serio sobre "los ruidos que hace la gente en la noche"... "estoy pensando comprarme una cama nueva porque la que tengo mucho ruido hace",etc,etc... en función de cómo reaccione y cómo sobrelleves la situación se puede dar rienda al resto y ser tú ahora el protagonista de la historia :).
Buen consejo. asi lo haré, espero seguir conociendola.
Buena excusa para retratar la vida sexua de las universitarias, cada vez más gentita de la UNA, UANCV y del PEDAGOGICO se desnhibe, se muestra más abierta, más complaciente al placer. Hoy ví un espectáculo -muy frecuente- llegaba a mi oficina y vi una señorita (de buen nivel económico) que flanqueado de una un acompañante deliraba, pero lo que me llamó la atención fue su amiga con rostro ensagrantado de un rasmillon, que caminaba de un lugar a otro trantando de llamar a la Policia.
La historia es monumental, porque cuentan -los que vieron- que el varon es amante de una señora, y ésta le descubrió en pleno agarre al hombre (es de decir a su amante), y en un arranque de celos armó el escándolo; pero la historía no terminó ahi, se agravó cuando el marido de la señora también descubrió que su esposa no solo tenía amante sino que defendía a capa y espada su relación extramarital. Vaya, el asunto no era un trío sino un cuarteto.
Leyendo la historia del bloguero, entiendo mejor, la universitaria es la chica con rasmillon, que nunca recibió el auxilio de la Policia, ella es la víctima de la historia y por siaca es bonita. Hugo por favor confirmamente, si mañana tiene un parche en el lado izquierdo de la mejilla, entonces sabré que tiene una cama desgastada.
Jajajaja...me fijaré en esa marca de la cara...jajaja. buena historia, hay muchas como dices y muy comunes.
uhmmm; chicas universitarias :O
Cada vez con menos deshinbición en todo, cada quien hace con su vida lo que mejor le parezaca pero sin molestar a los demás...espero que el sgte viernes puedas dormir bien, mejor dicho lo suficiente...
Saludos.
jajajjaja. que divertidas las discuciones sobre la intimidad de una universitaria. Creo que cada uno sabe cómo guiar su vida. Y ya ps, al parecer no tuvieron su adolescencia. Dejen de rajar de las mujeres, porque podrían ser sus hijas. byecito.
Mi amiga anonima, tambien se trata de mi intimidad, es ella la que no tiene la intención de dejarme dormir en paz, eso es lo unico que quiero, no acostarme con ella, y tienes razón, cada uno lleva como quiere su vida.
bueno mande un comentario pero al parecer no llego creo que no es bueno meterce en la intimidad de otros pero la vecina misma lo hizo publico mas bien tienes que agradecer a la vecina ya que por historias como estas de la realida a tí te dan mas cretividad claro esta para escribir jejo
Que ocurrencia Supo, de esas historias tengo tambien algunas, en mi vida universitaria. quiero compartir una no mas. en la casa donde vivia en Alto San José hubo una señorita universitaria que vivia en el primer piso y yo en el segundo piso, de vez en cuando la señorita tan bella, lindas siluetas, con mirada dulce, con cabellos radiantes y alta veinia acompañado de un muchachon apuesto que entre besos ingresaban a su cuarto alquilado, para pasar las noches, dicen los vecinos, que esos sonidos de placer eran fuertes que incluso los niños de la casa se percataban del acto amatorio, un dia por la tarde, uno de los universitarios que siempre estaba pendiente de los encuentros de la femina con su pareja, me delata que se oye los sonidos placenteros y los demas estudiantes que viviamos en la misma casa cual chismosos nos pasamos la voz y en mancha fuimos a escuchar dichos sonidos curiosos y la dueña de la casa nos capturó cateando, en esos momentos azotados por la verguenza nos escapamos sin dejar rastros y la dueña moviendo la cabeza con una actutid complice paso por el lugar sin molestar a los acupados del placer. La señorita universitaria vivió varios meses en dicho cuarto del primer piso, era recurrente los gemidos, no vivia ella, solo el cuarto era utilizado para sus encuentros amatorios. Un dia, la señorita despues de su faena, tuvieron una discusión con el joven, que llegaron a los golpes y fue de madrugada, ya habia amanecido y se notaban lloriqueos, como un alma penando casi en silencio, la dueña pasa por el cuarto tratando de escuchar lo que sucedia, sin embargo la señorita no salia del cuarto, ya casi a medio dia la dueña despues de tocar la puerta varias veces, agarra su cipia de llave e ingresa al cuarto. las sorpresa fue tragica, la señorita estaba bañada de sangre que derramaba el piso, pues habia sido golpeada salvajemente y el maldito ese se habia ido temprano dejandolo sola, lo mas triste es que la chica debajo de su cama habia escondido el feto del aborto que habia sufrido producto de las patadas y puñetes que habia recibido en el abdomen. La dueña indignada y entre lagrimas, va en busca de un taxi y lo conducen urgentemente al hospital. Cual habra sido la continuacion de la historia tragica, pero despues de quince años de lo sucedido, veo a la señorita convertido en una señora, una exitosa profesional y que ocupa un cargo muy importante en una de las instituciones mas prestigiosas de la region Puno
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