domingo, abril 05, 2009

La Defensoría del Pobre


Por: Hugo Supo

La justicia hoy en día, es sinónimo de dinero, y eso lo saben muy bien los que han afrontado algún proceso en el Poder Judicial. Se podría concluir entonces, que la justicia no es para los pobres, sino que está restringida para los que más dinero poseen. Esto convierte a los procesos en injusticia o una justicia injusta adaptada a los intereses del poder económico. Y es que en nuestra sociedad, la mayoría de los “buscadores de justicia” han sido cegados por otros intereses, la mayoría, pero no todos. Este es el caso de la Defensoría del Pobre.

A pocos metros de la Plaza de Armas de Puno, para ser precisos en el jirón Ayacucho Nº 626, un letrero pegado en parte exterior de una oficina llama la atención, “Defensoría del Pobre” reza el texto. Es un estudio jurídico donde atienden dos abogados y siete estudiantes de derecho, pero a diferencia de cualquier otro, este es un estudio que no cobra a sus clientes, un gracias es suficiente recompensa al momento de cumplir su misión de búsqueda de justicia.

Allí encontramos a Carlos Ramírez Atencio, un joven jurista que junto a su compañero (Moisés Luna Pajuelo) y estudiantes se dedican a hacer un verdadero servicio a la comunidad. “Aquí no cobramos por nada, nosotros mismos tenemos que comprar los papeles y esas cosas necesarias para todo despacho”, nos señala al inicio de la entrevista.

Este despacho lleva unos cincuenta casos en diferentes instancias y de diversa índole, algunos de ellos –seguro está Carlos Ramírez- marcarán jurisprudencia para futuros procesos.

“Por ponerte un ejemplo, ahora estamos siguiendo un caso de una profesora a la que se le ha pagado sólo cien soles después de 25 años de servicio, cuando en realidad le corresponde llevarse unos dos sueldos de los que ganaba cuando estaba en servicio activo”, comenta.

El trabajo de la Defensoría del Pobre se ha centrado en los años anteriores a atender casos laborales, administrativos y civiles, pero a partir del 2009, sus promotores se han fijado la meta de entrar a temas penales, un poco más difíciles, donde también más gente requiere ayuda.

Carlos Ramírez nos explica que una experiencia ganada es en el ámbito laboral, donde se han presentado quejas, incluso de ONGs, de gente que no paga a sus trabajadores, por lo que a pedido de los afectados han tenido que intervenir.

“Lo que pasa es que la gente que no tiene dinero para sus juicios, no tiene dónde acudir, un proceso minimamente debe salir unos mil soles sólo para trámites”, avisa Ramírez Atencio.

A propósito que el pasado 02 de abril se recordó el Día del Abogado, invitamos al doctor Carlos a reflexionar sobre el rol que tienen que cumplir los hombres del derecho. “La mayoría ha perdido su sensibilidad social”, es lo primero que nos indica, y notamos que tiene razón cuando refuerza su idea, “hay estudios que hasta de una consulta te cobran, entonces estamos hablando de colegas que solamente se fijan en dinero”, dice.

Es por ello que en la Defensoría del Pobre prefieren dar la oportunidad a entusiastas jóvenes que estudian la jurisprudencia, ellos no están enceguecidos por el dinero que se saca del negocio “justiciero” y su vocación por el servicio está muy latente.

Es decir, que en la Defensoría del Pobre no solamente se atiende casos sociales en forma gratuita, también se permite a los jóvenes incursionar al mundo de la abogacía, llevando primero el ejemplo de que la justicia para los pobres está ante todo.

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