Por: Hugo Supo
El año 2016 nos ha preparado un nuevo
experimento respecto a la ruta de la parada y veneración a la virgen
de la Candelaria. Pese a la aparente madurez de esta fiesta, incluso
reconocida por la UNESCO que hace dos años la declaró Patrimonio
Cultural Inmaterial de la Humanidad, con desagrado observamos que hay
mucho trecho por recorrer.
La ruta de la veneración parece ser el
principal problema -tomando en cuenta que los concursos al interior
del estadio puneño son más o menos ordenados, puntuales e
interesantes para el público- y se hace necesario cavilar sobre el
tema.
La verdad es que la festividad ha
estado demasiado inestable durante el último quinquenio, un año
empieza desde San Antonio como yendo en reversa al tradicional flujo
de los danzantes, al siguiente volvemos al sentido contrario, en el
otro experimentamos con una maldiseñada “avenida del folclore”,
otra vez en reversa y ahora a la misma orilla del Titicaca.
¿En qué piensan los integrantes de la
Federación Regional de Folclore y Cultura de Puno cuando deciden
estas cosas? La presidenta de esa institución, Yenni Silva, admitió
esta semana que recién consultarán con Defensa Civil, el municipio
y -suponemos- con los vecinos de la avenida Costanera, a donde
piensan trasladar la adoración de la Mamita. O sea, lo que también
va en reversa es el pensamiento de los directivos.
Pero recordemos con detenimiento.
Cuando se hizo el proyecto de la avenida del folclore, en la gestión
regional de Mauricio Rodríguez, pudo haberse superado en gran medida
estos inconvenientes, al menos si el diseño de tal escenario hubiera
ido en serio.
Los proyectistas de aquella gestión
solo definieron quitar la berma central de la avenida Bolívar,
hubiera sido importante incluir la construcción de una capilla para
acoger a la virgen durante la veneración.
Claro que para ello, era importante
coordinar con los representantes de la iglesia Católica,
convencerlos para ampliar la procesión a varios días y un recorrido
por diferentes templos de toda la ciudad.
Todos salíamos ganando: la
religiosidad se ampliaba, los danzarines con mayores espacios, el
turismo mejor atendido y una ciudad más vivible en los días de
mayor movimiento.
En fin, hay asuntos que solo nos queda
lamentar. (Correo Puno Juliaca 07/01/16 Foto: Internet)
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