Por: Hugo Supo
En 1997 los adolescentes del fin de
siglo estábamos impactados por las premoniciones de Alvin Toffler y
su “Tercera Ola”, aquella que había sepultado a la
industrialización mundial y consolidado la era del conocimiento como
el mayor bien de las naciones potencia.
En 1997 los jóvenes empezamos a
ilusionarnos con la magia de la internet. Pensábamos que navegar en
la red era como recorrer el mundo sobre un barquito de papel y eso
prometía ser puerta a la libertad.
En 1997 todavía hacíamos nuestras
asignaciones en una máquina de escribir, diseñábamos las carátulas
tecleando la “X” para formar dibujitos. Eran tiempos de aprender
el MS-DOS y debíamos llevar disco de arranque para obnumilarnos con
las primeras generaciones de computadoras.
En 1997 acompañábamos nuestras
jornadas con el teckno industrial o el clásico, cuyos compases eran
motivo de gigantes concursos en discotecas que apenas te vendían
“gaseosita”, con horario límite de las 21 horas, o si no había
permiso en las funciones matinales de los sábados.
En 1997 nuestros padres todavía
estaban preocupados por si alguna leva nos llevaba al cuartel, por si
el servicio militar obligatorio interrumpía el estudio.
Se prefería
entonar el himno “Victoria, victoria” en las clases de
instrucción premilitar que las instalaciones castrenses, estaba vivo
el recuerdo de la Guerra del Cenepa o peores cosas del pasado
reciente.
En 1997, quienes cursamos en la GUE Las
Mercedes de Juliaca, coreábamos, quizás por última vez, vestidos
con uniformes plomos ese eslogan colegial que nos invitaba al
optimismo: “Un mercedario, una esperanza”.
Han pasado un par de
décadas y la muchachada ha ideado este inicio de año un retorno a
las aulas, hacía aquellas carpetas gastadas, hacia esas paredes
pintarrajeadas de las que no hubo tiempo suficiente para una
despedida.
Mercedarios de 1997, nos vemos el 15 de julio (aniversario del colegio), para decir
que nuestra generación está presente. (Correo Puno Juliaca 19/01/17
Foto: Difusión)
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