viernes, octubre 27, 2006

Esa mujer que va quedando sola

Por: Hugo Supo

Mamá es de esas mujeres especiales. Casi ha alcanzado los 70 años, los dolores en los huesos, las canas y las arrugas no la hacen decaer, pues sigue tan vital como hace 20. Nosotros, sus hijos hemos aprendido a conocerla, a comprenderla, a complacerla y admirarla.

Hace pocos días la llamé por teléfono.

- Hola mamá cómo estas,

- bien, me dijo.

Noté que el fondo no era cierto, las cosas no habían salido bien en los últimos días, los nietos que ella cuida, el tiempo, la soledad…todo parecía tan difícil en ese momento.

-¿Dónde está tu hermano? Me decía increpándome,

- Lo vi ayer, estaba bien, contesté,

- No viene a verme, no le importo. Lloró…

Soy el menor de seis hermanos, no creo cierto la indolencia de mi mayor por esa mujer. Aprendimos a conocerla, a convivir con su forma de ver el mundo, es símbolo para nosotros al momento de enfrentar ciertas crueldades de la existencia.

Sus manos fueron disipadas por los callos, pero sus caricias persisten, te hablan, te dicen te amo…versos que quizás nunca salga de los labios de mi progenitora. No hace falta. Sus manos hablan un lenguaje sin palabras.

Cuando el tiempo pasa, lo hace sin recogimientos, fue ayer cuando jugábamos en las imaginarias carreteras de tierra que erigíamos, allá cerca de casa. Entonces, mamá no se sentía tan sola, ahora…no se.

Son pocas las veces que podemos regresar al hogar, lejos quedaron esos días en los que el futuro aún lejano e incierto nos despreocupaba. Caminábamos juntos sin la menor intención de alejarnos.

La vida te juega así, sobrevolamos solos los campos del destino. Esa mujer también queda sola, no queremos, pero así es la ley de la vida, diría alguien. Será en navidad cuando regresemos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que pena, esa mujer me da penita